Los seres vivos son capaces de producir su propia luz. Sea en los abismos oceánicos o en el bosque, sea en misteriosas cuevas o aguas superfiales. Las bacterias, algas, medusas, cefalópodos, gusanos, peces, insectos que tienen este poder se llaman Bioluminiscentes. La evolución ha dotado a grupos sin parentesco cercano de esta capacidad adaptativa y en diferentes coordenadas temporales. No existe un antepasado común que haya trasmitido este mecanismo a su descendencia, sino que cada grupo la adquirió independientemente.
Esta luz se produce mediante procesos bioquímicos en células especializadas. Requiere de la presencia de enzimas llamadas luciferasas, específicas de cada organismo, y de una molécula, también específica, que emite las radiaciones luminosas, la luciferina. El proceso consume oxígeno y energía química.
*Nota: Una enzima es una sustancia que favorece las reacciones químicas en los seres vivos y no se transforma durante el proceso.
LUCIFERINA (inactiva) + O2+ E.QUÍMICA—-luciferasa—-> LUCIFERINA (activa)
LUCIFERINA (activa) —-luciferasa—-> LUCiFERINA (inactiva) + LUZ
La bioluminescencia, pese a los nombres inventados por sus estudiosos, no es asunto del diablo Lucifer, la estrella estrellada, en su competencia con la luz creada por Yaveh. Es una mutación genética que sobrevive porque es útil para su propietario.
Hay organismos que utilizan la luz para buscar pareja. Las luciérnagas, un tipo de escarabajo volador, tiene desarrollado un complejo código de luces para comunicarse entre sí. La frecuencia y la duración de los destellos informan de la identidad del pretendiente y de sus intenciones al resto de la comunidad. Los individuos seducidos responderán al demandante con más luces intermitentes, que indican posición y disponibilidad. Si todo va bien, la conversación acabará en una cita amorosa.
El monstruo negro es un pez que usa la luz para pescar. Un apéndice con extremo luminoso atrae a las presas ofreciéndose como una comida fácil. El incauto pez que se acerque acabará en una monstruosa boca.
Los gusanos luminosos de las cavernas forman un firmamento de lucecitas en el techo. Las polillas y otros insectos, hipnotizados por la luz, se acercarán a investigar, perdiendo la vida en ello.
Otras veces las luces son señales de advertencia, como en el caso de algunas medusas. Le estamos indicando a nuestros enemigos que no intenten comernos, somos venenosos.
También se utiliza la luminiscencia para mantener cohesionado el grupo y avisar de la presencia de predadores y presas, como ejemplo, los calamares y algunos peces funcionan así.
La Bioluminiscencia es un proceso voluntario, activo, que requiere un gasto de energía.
La Fluorescencia es otra manera de emitir luz, pero de forma pasiva, sin consumo energético. Si aplicamos unas frecuencias determinadas de luz a corales, incluso a ciertos hongos, estos responden con otras frecuencias, es decir, otros colores, según nuestra percepción. Todavía la ciencia no comprende por qué ocurre esto. De momento, este rompecabezas de científicos, para los fotógrafos es una maravilla.