Los seres vivos oportunistas suelen ser omnívoros, en el caso de animales, o poco exigentes con el suelo, si son plantas. Soportan grandes variaciones de temperatura y humedad. Los especialistas son más delicados, sólo consumen determinados alimentos y toleran poco los cambios ambientales.
Como ejemplo de especialización, usemos las orquídeas. Las hay que sólo pueden ser polinizadas por una única especie de insecto, la flor se disfraza de él para atraerlo y lograr que transporte el polen a otra flor, recompensándo con nutritivo nectar. La desaparición de alguno de los dos implica la desaparición del otro.
La enredadera cruel es un claro caso de oportunismo. Esta planta es una trepadora argentina que necesita para su crecimiento un soporte. Le resulta indiferente si es un poste eléctrico o un limonero, sin embargo, si es un árbol, este morirá asfixiado. La enredadera seguirá su vida sin verse mermada, al contrario, ahora el agua del suelo será sólo para ella.
La selva virgen tiene una enorme biodiversidad de especialistas y sus pirámides alimenticias tienen muchos escalones. Si cortamos los árboles para sembrar soja, ya no habrá monos, águilas, ni boas arbóricolas. Si los fertilizantes y pesticidas, que merman los insectos del suelo contaminan las aguas, adiós a las anacondas y a los peces habituales. Los jaguares y las aves se irán a un sitio mejor. Llegó otra flora, con menos especies y dominada por la soja. El suelo quedará empobrecido, incapaz de soportar la infinidad de especies de árboles que había antes del desastre. Vendrán ratas, cucarachas y humanos, fáciles de contentar y amantes de los espacios degradados. Los indios privados de caza, pesca y frutas, tendrán que ocupar el territorio de otros indios y estallará la guerra entre ellos. Conflicto en el que solo ganarán los oportunistas agricultores y sus plagas acompañantes.
Las especies oportunistas no siempre vienen por sus propios medios. A veces son especialistas en un continente y oportunistas en otro. Se trata de las especies invasoras, introducidas por el humano de forma irresponsable. El galápago de Florida, el cangrejo americano, el mejillón tigre, la carpa, el siluro son frecuentes en nuestros malcuidados ríos donde ejercen desleal competencia con los legítimos habitantes, algunos en peligro de extinción.
La Biodiversidad es una medida de la calidad de un ecosístema, ambos son directamente proporcionales. También es una medicina para los lugares deteriorados, la reintrooduccíón de especies especialistas mejora los parámetros biológicos y ejerce un efecto llamada a los no oportunistas. Si la orilla de un río sustituimos las cañas por álamos, el suelo dejará de ser fangoso y maloliente, otros árboles y plantas de ribera arraigaran, multitud de animales usarán la renovada vegetación como refugio.
El hombre blanco se enriquece y consigue poder esté donde esté, empobrece la naturaleza y las poblaciones indígenas. La America del Norte de las praderas y sequoias, de osos, lobos, y bisontes, fue arrinconada en parques naturales y los indios en miserables reservas. El europeo casi exterminó la fauna, arrasó bosques enteros, reventó montañas en busca de oro, profanó la Tierra para extraer petróleo, emponzonó el aire de gases nocivos, cubrió el suelo de cultivos de maiz, asfalto y hormigón… El Sueño Americano es la Pesadilla del Indio. El oportunista vaquero y el especialista piel roja. La humanización versus la diversidad. Larga guerra nos espera.