Quizá no haya nada más hermoso en una vivienda que una planta viva. Son silenciosas, poco exigentes y nos regalan sus colores, formas y olores. Pero muchas de ellas guardan terribles secretos. Albergan venenos, muchas veces mortales. Es preciso ser prudentes a la hora de tocarlas y, sobre todo, no intentar hacerse ensaladas con ellas o dejar que tus mascotas las mordisqueen alegremente. La experiencia puede salir cara e incluso mortal. No todos los habitantes vegetales de nuestra casa son tóxicos, sin embargo, los que lo son pueden acarrearnos serios disgustos.

Es bueno saber cuáles son esos demonios que habitan nuestras macetas y jardines para mantener las distancias y admirarlas desde lejos. También, si tienes mala leche, se las puedes regalar a tus enemigos favoritos, sabiendo que, por lo general, las fuerzas del orden no tienen conocimientos botánicos más allá de la persecución de las matas de maría y ya no quedan detectives como Sherlock Holmes en los relatos de Sir Arthur Conan Doyle o fray Gillermo de Baskerville en «El nombre de la rosa» de Umberto Eco.

PHILODENDRON: Famosa por aparecer en todos los Instagram de los millenials. Existen más de 700 especies de este género. Se adaptan muy bien al interior de las viviendas. Son naturales de las zonas tropicales de América, ya sea en bosques, pantanos o bordes de caminos. Las hojas son muy grandes, a menudo con lóbulos y hendiduras, verdes por el dorso y, a veces, jaspeadas de blanco. Rara vez florecen en una casa.

Aunque expanden un embriagador perfume, todas las partes de la planta son tóxicas por la presencia de cristales microcópicos de oxalato cálcico, insolubles y bien afilados, como puede verse en la siguiente foto. Esta sustancia es un compuesto de carbono que cristaliza en los jugos del phylodendron, y cuando entra en el cuerpo humano ocasiona lesiones abrasivas. Tras su ingestión los sintomas son:

1. Escozor en labios, lengua y garganta.
2. Ardor de estómago y afonía. Si la dosis es alta los síntomas se agravan.
3. Convulsiones y pérdida de conciencia.
4. Muerte.

El que sobreviva tendrá secuelas en hígado y riñón. No solo es peligroso comer este vegetal. Si se manipula sin precaución puede producir irritaciones en la piel y los ojos.

DIEFFENBACHIA: Otra planta que abunda en RRSS. Este género cuenta con 30 especies. Necesita muy poca luz, debe estar lejos de las corrientes de aire y de los focos de calor. Es originaria de América Central y América del Sur, de lugares umbríos de la selva tropical. Sus hojas son variegadas de verde y blanco, ovaladas o lanceoladas. También, como la anterior, tiene Oxalato cálcico, pero en menor proporción. Produce escozor en la boca y pérdida de voz durante horas.

HORTENSIA: Su nombre genérico es Hidrandea. Son oriundas de Japón, China, Corea, Himalaya e Indonesia. Las flores se presentan en agrupaciones globulares y son de color blanco, rosa, azul… según la acidez del suelo. Pueden ser arbustos, árboles y lianas (trepadoras).

Las hojas y sobre todo las flores tienen una sustancia llamada hidragina, cuya molécula presenta una parte similar al cianuro, capaz de inutilizar los glóbulos rojos, responsables de la oxigenación del organismo. Además, también tienen compuestos alucinógenos, siendo, una vez seca, fumada por algún que otro suicida, particularmente en Alemania y Francia.

Las leyendas japonesas dicen que atraen a los muertos y a las deidades yokai. Los espiritus frecuentan los jardines donde estas flores se cultivan, incluso de día.

Los antepasados protegen las casas de sus familias.

Los demonios se mezclan con los asuntos humanos y según les agrade el trabajo de los jardineros, serán benéficos o maléficos.

Los floricultores de hortensias conocen un lenguaje, cuyos signos son los colores de la flor y su disposición en los setos. Este código sólo se trasmite de padres a hijos y permite comunicarse con los seres no corporeos.