El árbol del caucho o siringa es nativo de la selva amazónica. Su nombre científico es Hevia brasiliensis. Alcanza 30 metros de altura y el tronco 60 cm de diametro. La madera es blanca y ligera, las hojas están divididas en tres y llegan a los 18 cm de largo. Haciendo una incisión en forma de uve en la corteza del tronco se extrae un látex blanco, rico en hidrocarburos, a partir del cual se obtiene el caucho, muy utilizado en la industria, particularmente para la fabricación de neumáticos, aunque también de él se fabrican guantes, globos, preservativos, etc…
El primer productor del mundo, en el siglo XIX, fue Brasil. Se talaron innumerables hectáreas de bosque tropical y se desplazaron a los indios de sus tierras, muchas veces a tiros, suponiendo un terrible genocidio para las indefensas tribus amazónicas. Muchos fueron los que se enriquecieron en este periodo, cuando Brasil tenía la exclusiva de la producción mundial, este episodio fue conocido como la Fiebre del Caucho.
Sin embargo, los británicos rompieron el monopolio de Brasil y pincharon su burbuja económica, cultivando la planta en sus colonias de la franja ecuatorial, como Birmania, Ceilan, Malasia y el África subsahariana.
Actualmente, rotos los monopolios, se cultiva el 85% del árbol del caucho en paises del sureste asiático, a los citados anteriormente se añadieron Camboya, Vietnam, Tailandia y China. La deforestación ha sido tan brutal como en su día lo fue en Brasil, con el agravante de que la producción está alejándose del ecuador y dirigiéndose al norte, desplazada por el más rentable cultivo de la palma de aceite, de la que se obtiene la segunda grasa más consumida del planeta.
En los años 50 los chinos idearon una variedad del árbol que podía vivir en temperaturas más bajas que las ecuatoriales y el árbol del caucho pudo trasladarse al norte y seguir provocando deforestaciones masivas.
La demanda del caucho natural sigue aumentando, sobre todo a consecuencia de la industría automovilística y la superior calidad ante el caucho artificial.
Sin embargo, no todo van a ser malas noticias. La empresa de neumáticos Michelín y la multinacional General Motors ha dejado de comprar caucho de terrenos deforestados. En Indonesia, por ejemplo, han aprendido ha cultivar el árbol del caucho de forma sostenible. Intercalan los árboles con otros árboles de especies distintas y permiten la existencia de animales, dando como resultado un bosque secundario, que si bién no es una selva virgen, tiene alto valor ecológico.
La humanidad, enferma de capitalismo salvaje, ha protagonizado muchos desmanes contra la Naturaleza y sus congéneres más débiles. La historia del caucho es una de las muchas que deberían producirnos vergüenza y miedo de nosotros mismos. La conciencia ambiental está despertando en muchos puntos del globo y en diversas personas, independientemente de su ideología y condición. Intentemos entre todos, darle un vuelco a la situación.
I like your blog very much…I like plants, too.
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Thanx! 😀
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