El Kiphy, un perfume para dioses.

El Kiphy en el Antiguo Egipto era una de las multiples sustancias que elaboraban los sabios de la época para diversos usos. La farmacología y la cosmética alcanzaron una sofisticación tal que la civilización occidental no pudo igualar hasta bien entrado el siglo XIX. Actualmente, lo que se conoce como Kiphy, es un producto elaborado a partir de las plantas de Cannabis con fines lúdicos que no tiene la complicación ni el significado que poseía en el Egipto Faraónico.

El Kiphy tenía diferentes aplicaciones:

• Era un incienso sagrado que se quemaba en los braseros de los templos frente a las estatuas de los dioses. Estas esculturas estaban consideradas como la encarnación de las divinidades y tenían necesidades equivalentes a las humanas. Los sacerdotes, únicas personas junto al rey autorizadas a estar en su presencia, les proporcionaban comida, bebida, música, bailarinas y delicados perfumes, siendo el kiphy el más importante y delicado.

• Los médicos lo recetaban para combatir el insomnio, las pesadillas y los ataques de ansiedad de los pacientes.

• Como perfume seductor era utilizado tanto por hombres como por mujeres de la nobleza. No era una mercancía al alcance de todos los bolsillos. Se consideraba que su aroma era tan poderoso para atraer a la persona deseada como las pociones amorosas, según los textos que han llegado hasta nuestros días.

Cuando la civilización egipcia desapareció, muchos son los que han intentado volver a sintetizar el Kiphy tradicional, pero las fuentes de información eran escasas y contradictorias. Un sacerdote egipcio llamado Manethon escribió un tratado sobre el modo de preparación, texto hasta ahora perdido. Se rumoreaba que en él se hablaba de 16 ingredientes.

Los autores más fiables eran los médicos griegos y latinos. Entre ellos, Dioscórides, Plutarco y Galeno. Sin embargo, las fórmulas de estos tampoco eran unánimes. La lista de ingredientes variaba desde los  diez hasta los cincuenta y con los procedimientos de elaboración pasaba lo mismo. 
Fue preciso esperar al descubrimiento de la Piedra Rosetta y al descifrado de la escritura jerogĺífica por el egiptólogo Champollion para obtener información fiable. 

En el Papiro de Ebers, descubierto en1817 y que data del 1500 antes de Cristo se hallaron más de ochocientas fórmulas de pociones, perfumes ceremoniales y productos para el cuidado de la piel y los cabellos. Otro documento importante son las pinturas en una tumba anónima de  Luxor, fechada en la dinastía XVIII (correspondiente al reinado de Tutmosis IV, aproximadamente 1300-1400 a. de C.) donde se representan operaciones de filtrado, molienda, cocción, maceración de lo que podría ser kiphy. Por último y esta misma localidad, en el templo de Edfú ( siglo II a. de C.0) hay unos jeroglíficos murales, donde aparece, por fin, la lista de los ingredientes: Cannabis, vino de oasis, miel, pasas, chufas, incienso, mirra, nardos, jengibre, bayas de enebro, menta, planta de papiro, canela, aspalato, schoenus y cardamomo. Si os fijáis, son dieciséis, como la receta atribuida a Manethon.

Los bajorrelieves, papiros y pinturas anteriormente citados han sufrido graves deterioros por el paso del tiempo y los vandálicos métodos de los ladrones de tumbas y templos, así que la información disponible dista mucho de ser completa.
En 2003 egiptólogos franceses y la marca L’Oreal  presentaron el perfume recostruido en el Museo del Cairo y tuvo una buena acogida entre el público y los perfumistas. Los otros egiptólogos, como buenos científicos se mostraron escépticos.

  

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