El Alga Asesina y el Comandante Cousteau. Monster & Commander.

El siguiente post es un ejemplo de cómo dos especies se asocian para degradar el planeta:

Una de ellas es un alga, Caulerpa taxifolia y la otra un animal (en el amplio sentido de la palabra), que algún humorista bautizó como Homo sapiens (» homínido sabio», en castellano).

Esta última especie siempre está implicada en toda clase de desastres ecológicos. La Naturaleza debería tomar medidas al respecto.

Todo empezó en 1984, en Mónaco, cuando un alga de los mares de China, cuya biología había sido alterada para adaptarla a la vida en cautividad, escapó al Mediterráneo. Los operarios del Museo Oceanográfico, en la fotografía, decidieron limpiar algunos acuarios sin tomar ninguna precaución.


Descripción y Biología

El alga, de nombre Caulerpa taxífolia, en su medio natural crece con lentitud. Necesita grandes cantidades de oxígeno y dióxido de carbono, 12 horas diarias de luz, un margen muy estricto de salinidad y temperatura (entre 25 y 28°C) y no vive a más de 15m de profundidad. Además, muchos animales se alimentan de ellas, encargándose de la regulación de sus poblaciones.

Esta especie forma praderas en los suelos marinos. De unos estolones reptantes «tallos» surgen aplanadas frondes «hojas» de 5 a 15 cm que se encuentran, a su vez, divididas. De los estolones también nacen rizoides «raices», cuya misión es fijarlas en el sustrato. No hay tabiques celulares, así que, una frondosa masa de este vegetal, en realidad sólo es una única célula con múltiples núcleos. Los rizoides pueden medir hasta 3 metros y sus ramificaciones (frondes y rizoides) llegar a ser más de cien.


Una desafortunada mutación…

Pero cuando un oceanógrafo, muy conocido y famoso, un tal Jacques Cousteau, decidió traerla al Museo Oceanográfico de Mónaco, que él dirigía y modificarla con productos químicos y rayos ultravioletas, no fue capaz de percibir que había creado un monstruo mutante.

La especie mutante no se distingue de la natural por su aspecto, pero su comportamiento es bien diferente. Poco tiene que ver con el restringido habitat de las algas no mutadas de la misma especie.

• Este «Alien» es capaz de prosperar en cualquier sustrato, en un amplio margen de concentración de gases, iluminación, temperaturas o salinidad.

• Es venenoso para casi todos los animales que se alimentan de algas. Dicho de otro modo, no tiene enemigos importantes que limiten su biomasa.

• Puede vivir por debajo de los 100 metros de profundidad, ampliando su límite en 85 metros.

Crece con rapidez.

La variedad mutante de Caulerpa taxifolia va eliminando progresivamente la vegetación del fondo marino que invade. Su vitalidad es mayor y sus exigencias menores. Las praderas submarinas propias del Mediterráneo, de una especie denominada Posidonia oceánica, es uno de sus objetivos favoritos. Indirectamente afecta a la fauna que vive y se alimenta en estos ecosistemas. Los peces, en ausencia de comida emigran a otras aguas y las especies de escasa movilidad mueren, es el caso de esponjas, gorgonias, erizos, estrellas de mar… Los lugares afectados por el alga asesina se convierten en improductivos para el ecosistema y la explotación pesquera. Las aguas pierden nitidez y oxígeno, saturándose de nitratos y fosfatos y haciéndose poco apetecibles al baño (siempre y cuando no seas una medusa).

Viaja, con comodidad, de un lugar a otro en las redes de pesca y las anclas de los barcos. Hoy el mutante amenaza seriamente el ecosistema Mediterráneo, desplazando las praderas autoctonas marinas en costas de España, Francia, Italia y Croacia.

Sin embargo, se ha detectado la presencia del mutante en casi todas las costas del mundo. El problema puede llegar a niveles planetarios.

Soluciones:

Es difícil acabar con este organismo. No es posible utilizar productos fitosanitarios en el mar y sólo hay un género de pez, Salpa, en la fotografía, que puede comerlos, pero su carne se vuelve venenosa para los que se alimentan de él.

Se ha especulado con introducir en los fondos afectados un caracol marino que las devora. No parece una buena idea, la introducción de especies extrañas solo genera problemas, a veces peores que los que se pretenden solucionar. La única y costosa alternativa consiste en arrancarlos a mano, pero bastará que quede un pequeño fragmento para que se reproduzca de nuevo.

Esta mutante está considerada por instituciones y científicos como una de las especies exóticas invasoras más perniciosas del ecosistema global, y, sin duda, tendremos noticias de ella en un futuro no muy lejano.


Cuando era un joven estudiante, en la era pre-internet, no era frecuente ver documentales sobre Naturaleza. Era preciso esperar a que alguna televisión tuviera a bien emitirlos, siempre a horas incómodas, y discutir con el resto de la familia, que prefería otros programas. Había una serie, denominada en España «Mundo Submarino» que me tenía atrapado y me hacía soñar con ser algún día oceanógrafo. El protagonista era un prestigioso submarinista y científico francés, Jacques Cousteau, que recorría los mares en un maravilloso barco, el Calypso.

Deseé, con todas mis fuerzas, ser uno de los aguerridos miembros de su tripulación y sumergirme en las profundidades de los mares del mundo. Sin embargo, la vida me llevó por otros caminos y me hice biólogo terrestre. Pese a todo, pude conocer en persona y recibir clases de grandes biólogos marinos. Tambien conecté con ecologistas, que me ofrecieron otra visión de la Naturaleza y me convencieron para hacerme uno de ellos.

Con el tiempo, la visión idílica que tenía de los estelares divulgadores del género cambió, entre ellos la de mi admirado Comandante Cousteau. Tuve noticia de sus manipulaciones y maltratos a los seres vivos, de su falta de compromiso con la conservación y de su complicidad con los enemigos de la vida, fueran gobiernos o empresas. Le interesaba el negocio y su ego personal, lo demás le daba igual. Valga como ejemplo la creación y dispersión del Alga Asesina.

Los verdaderos protectores de la Naturaleza casi nunca reciben honores, dineros o premios y a veces les cuesta el trabajo, el prestigio e, incluso, la vida.

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