El aire estaba tan caliente que resultaba casi imposible de respirar. El sol, en su apogeo, caía inmisericorde. Yo, agotado tras una larga caminata, no podía dar ni un paso más. A lo lejos, divisé un enorme árbol que destacaba, solitario, en mitad de la llanura. Reuniendo las escasas fuerzas que me quedaban, me dirigí…