El Olor a Tierra Mojada, un regalo de la Naturaleza

Pocos perfumes de los que produce la Naturaleza son tan maravillosos como los que se emanan cuando cae la lluvia sobre el terreno, en particular, después de un periodo de sequía prolongada. Tres son los elementos que se combinan para ofrecernos este fabuloso cocktail aromático: Petricor, geosmina y ozono, los dos primeros, producidos por seres vivos y este último, por la atmósfera sometida a fenómenos eléctricos.

Petricor

Este término fue acuñado por los científicos Bear y Thomas en 1964. Las plantas en periodos de sequía exudan unos aceites aromáticos que inhiben su crecimiento y la germinación de las semillas, adaptándose así a condiciones ambientales adversas. Estas sustancias son absorvidas por las rocas sedimentarias, en particular, las arcillosas. Cuando el agua cae sobre éstas superficies, los aceites, menos densos que ella, afloran de las rocas formando pequeñas gotas que se van uniendo en gotas más grandes que cuando llegan a la superficie forman aerosoles.

Estos aromas estan constituidos por más de 50 compuestos diferentes. El término petricor, de etimología griega, proviene de πέτρος, pétros (piedra) e ἰχώρ, ichór (icor). Icor es la sangre de los dioses olímpicos.


Por extensión también se denomina petricor a todos los olores a tierra mojada independientemente de su origen.

Geosmina

Es una molécula orgánica que se volatiliza en contacto con el agua de forma similar a la anterior, con la diferencia que se encuentra en el suelo, entendiendo como tal el conjunto de materiales disgregados, inorgánicos y orgánicos, donde se asientan las plantas terrestres. Su nombre, también proveniente del griego, significa «aroma de la tierra«.

Esta producida por tres tipos de organismos.

Streptomyces coelicolor:

Es una bacteria, presente en la mayoría de los suelos. Este microorganismo, además, produce antibióticos (tetraciclina, eritromicina…) y antifúngicos.

A veces puede contaminar las uvas que se emplean para elaborar el vino, alterando su calidad, diciéndose, entonces, que tiene «sabor a tierra».

Cianobacterias:

Son unos microrganismos, también comunes en los suelos, capaces de realizar la fotosíntesis. El primer ser vivo del planeta se cree que fue una cianobacteria.

Hongos filamentosos:

Otros de los habitantes de los suelos, donde descomponen la materia orgánica. Una especie habitual en este habitat, productora de geosmina, es Penicilium expansum.

La geosmina, que como hemos visto se produce en los suelos húmedos, actúa sobre la fauna indicándole la presencia de agua. En el Desierto del Gobi, los camellos son capaces de detectar esta sustancia en el aire y localizar a más de 80 km de distancia lugares donde beber.

En los desiertos de América, las flores de determinados cactus producen geosmina, independientemente de las precipitaciones, para atraer a insectos polinizadores, que captan dicha sustancia.

Ozono

Es un compuesto formado por tres átomos de oxígeno con carga negativa.

Presente en las capas superiores de la atmósfera, en la superficie terrestre se produce durante las tormentas, cuando la electricidad ambiental intractúa con el oxígeno atmosférico, una molécula formada por dos átomos de oxígeno y sin carga. La palabra ozono, también de etimología griega, viene de ozein (ὄζειν), que significa «que tiene olor».


Siendo un estudiante de Biología tuve el privilegio de conocer en persona el desierto del Sahara, un mundo fascinante, completamente distinto a todo lo que había conocido hasta la fecha. No importaba el calor ni el polvo que me cubrían de pies a cabeza. Cielo azul, sol imbatible y un paisaje torturado, plagado de piedras, de reseca y grisácea vegetación: unos escasos arbustos dispersos y algunos informes rastrojos. Ni rastro de fauna de ningún tipo. Es el desierto de tipo hammada, bien distinto al iconográfico desierto de dunas o erg.


Para colmo de mi suerte, tras varios años sin hacerlo en ese paraje, llovió. De la nada, apareció un manto de nubes que cambió el azul por el gris y ocultó el sol. Una catarata celestial, acompañada de truenos y relámpagos, cayó sobre nosotros. Nos refugiamos en el vehículo, empapados, desde el cual, con los cristales velados por el agua, no veíamos nada de lo que nos rodeada.
 La tormenta cesó de improviso y el sol asomó de nuevo. Cuando abrimos las puertas del coche una explosión aromática se apoderó de mí. Una salvaje y refrescante mezcolanza de aire ozonizado y aromas húmedos de la tierra, con una intensidad tal como no había percibido jamás, ni siquiera en las penumbrosas y lluviosas espesuras de los bosques de hayas o de robles que había visitado en las verdes montañas del norte de España.


El paisaje estaba transformado, como por arte de magia. Los tristes matojos se habían vestido de esmeralda, sus tallos y hojas, revitalizados y turgentes. El suelo, del mismo modo, se veía poblado de rosetones de plantas rastreras y céspedes de almohadillado musgo. Sobre las rocas, rezumantes, los líquenes mostraban sus variados y llamativos colores. No se sabía de donde, surgió una multitud de insectos voladores y terrestres, caracoles, arañas y para mi sorpresa, una multitud de pájaros. Aún lo recuerdo, como si fuera un sueño. Un Sueño de las Mil y Una Noches.

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2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Minervs dice:

    Oh! Que! Interesante. Gracias por compartir tus conocimientos. Saludos, desde un pueblito llamado Pedraza, acentado en un Estado llamado Barinas. Venezuela. Abrazos.

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    1. blogtanico dice:

      Muchas gracias a ti por leerme. Un abrazo desde el sur de España 🙂

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