El Tabaco, los Pieles Rojas y la»Pipa de la Paz»

El tabaco es uno de los múltiples legados del Continente Americano al resto del mundo. Utilizado por los pueblos precolombinos desde hace milenios, en algunas regiones de Norteamérica, el uso tradicional presenta unas peculiaridades de las que hablaremos en el presente blog. La más llamativa es el empleo de un icónico objeto, la Pipa Sagrada, que popularmente se conoce como «Pipa de la Paz».

El consumo tradicional del tabaco

Los indígenas americanos consumían el tabaco de diferentes maneras: mascado, inhalado o fumado. Dentro de los que fumaban había dos categorías, los que liaban cigarrillos usando hojas de otras plantas (maíz, Zea mais o de laurel de la montaña, Sophora secundiflora) y los que utilizaban unos artilugios específicos, las pipas sagradas.

Los nativos que empleaban pipas sagradas pertenecian a las tibus sioux y comanche del suroeste de Estados Unidos y del noroeste de México, denominándolas chanumpas. También las usaban otros pueblos como los indios algonquinos de las Grandes Llanuras. Los primeros europeos que las conocieron las llamaron calumets, que proviene de un vocablo francés que significa caña.


No solo era tabaco lo que se consumia en las pipas sagradas, se sabe que se empleaban otras plantas, pero no se conocen muchas de ellas, ya que las ceremonias en las que se consumían estaban vetadas al hombre blanco. Se dice que a veces se les añadía cortezas de ciertos arbustos como cansasa (Cornus amomun y C. sericea) u hojas de gayuba o uva de oso (Arctostaphylos uva-ursi), para aromatizar. Algunos autores creen que también se mezclaban con plantas y hongos alucinógenos (Psilocybe). Lo que no ocurría de ningún modo era la mezcla con Cannabis, pues este género botánico es nativo de Asia y no se introdujo en América antes del ocaso de las culturas indígenas.

El tabaco de las pipas sagradas

Hay una gran variedad de especies bajo la común denominación de tabaco, todas pertecientes al género botánico Nicotiana. La que se comercializa actualmente es Nicotiana tabacum, aunque los indios americanos consumían muchas otras. La que se quemaba en «la pipa de la paz» corresponde a la especie Nicotiana rustica, también conocida como mapacho, picietl (en lengua nahualt) o tabaco oca.

N. tabacum y N. rustica son parecidas, pero claramente diferenciables. Las flores de ambas tienen corolas tubulares, formadas por cinco pétalos soldados, sin embargo, en el primer caso son blancas y rosadas, en el segundo, amarillas y más cortas. Las hojas de Nicotiana tabacum también son más estrechas y regulares.

Respecto a la composición bioquímica (lo verdaderamente importante), N. rustica tiene veinte veces más nicotina que su pariente.

La Nicotina

Es un alcaloide, como la mayoría de las drogas de origen vegetal. Aunque en pequeñas concentraciones, también se encuentra en otras especies de la familia solanaceas, a la que pertenece el tabaco, como son el tomate, la berenjena, la patata y el pimiento.

Actúa sobre el Sistema Nervioso Central, con efecto estimulante, mejorando el rendimiento intelectual y aumentando el estado de alarma. Además actúa sobre el Sistema Límbico, generando una sensación de satisfacción.

En dosis altas puede provocar alucinaciones y disfunciones cardiovasculares, como taquicardia e hipertensión, incluso el fallecimiento. Respecto a su capacidad letal, se ha empleado como insecticida. Es el factor más adictivo del tabaco.

La nicotina por si misma puede actuar como droga enteógena, es decir, una sustancia cuyo consumo ritualizado permite la interación entre humanos y entidades sobrenaturales. Si además complementamos la mezcla fumable con otros productos vegetales con poderes psicotrópicos, la experiencia puede ser muy poderosa.

La Ceremonia. Fumando la Pipa de la Paz

La ceremonia de fumar con la pipa sagrada se oficiaba en una reunión de diferentes personas para resolver cuestiones que necesitaban la concurrencia de las divinidades. Estos asuntos eran de diversa indole: Desde rogar lluvía y caza o solicitar consejo para negociar transacciones comerciales, establecer un tratado de paz o declarar una guerra, de ahí que los hombres blancos la denominaran «la pipa de la paz».

El tabaco se consideraba un regalo de los dioses (espíritus) a los humanos. Su transformación, mediante el fuego, en humo, significa la presencia en el acto de ellos, junto a aquellos que ya lo fumaron (los antepasados) y una conexión con quienes lo fumen en un futuro.

La reunión era convocada por un jefe tribal o un chamán, según fuera el asunto a tratar. El anfitrión daba comienzo al acto encendiendo la pipa, aspirando el humo y exhalándalo en varias direcciones: Primero mirando al cielo, presentando respeto a los dioses, en segundo lugar, hacia el suelo (la madre tierra) y por último a los cuatro puntos cardinales. Después cedía la «Pipa de la Paz» al resto de los asistentes para que fumaran por turnos. Una vez que hubieran fumado todos, se hablaba de lo que hubiese que hablar, se rezaba o cantaba según el propósito del encuentro.

Todo aquello que se hable o acuerde durante la ceremonia ha de ser cierto y vinculante para las partes, ya sea respecto a un negocio o cuestiones bélicas.

¿Cómo son las Pipas Sagradas?

La pipa tradicional de los indígenas americanos era un objeto sagrado, que debía ser respetado y cuidado. Consta de una cazoleta (de piedra o de cuerno tallada de una sola pieza, aunque también podía ser de cerámica) y un tallo de madera. La cazoleta, donde se quema el tabaco, representa la parte femenina del universo.

El tallo, que sirve para aspirar el humo, por contra, simboliza la parte masculina de la creación. También esta fabricado de una sola pieza de roble, pino o mezquite y suele llevar adornos como tejidos, dibujos, crines de animales o plumas de ave.

En algunas tribus, la pipa de la paz y el hacha (tomahawk) de guerra, otro importante objeto ritual, se fusionan, formando una dualidad, y como podéis imaginar, se usaba para asuntos bélicos.


Si quieres leer más sobre los indígenas norteamericanos y los rituales mágicos del tabaco, te recomiendo el post titulado «El precio del progreso«, un relato corto, que también podrás encontrar en mi libro, recientemente publicado: Blogtánico. Una colección de cuentos. (Si estás interesado en su adquisición, mira las opciones de compra aquí).

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