Muchas de las cosas que construyen o fabrican los seres humanos se asemejan a aquellas que crea la Naturaleza. En unas ocasiones el humano copia conscientemente los diseños naturales, a veces de forma inconsciente y, en otros casos, ocurre de forma casual: Ante retos semejantes, soluciones parecidas. En este post, jugaremos a comparar rascacielos y árboles, con la intención de ilustar similitudes y diferencias.
Habitantes
En el caso de las construcciones artificiales, es decir los edificios, está claro que los inquilinos principales son ejemplares de la especie animal homo sapiens, aunque también comparten el habitat con otros inquilinos: Unas veces, deseados como mascotas o especies vegetales cultivadas, generalmente ornamentales, otras, en calidad de vecinos no deseados, por ejemplo, roedores e insectos.
De forma parecida, los árboles son la vivienda de sus propias células, pero también pueden tener otros habitantes. Hay plantas, como pueden ser las orquídeas, que crecen en el enramaje de otras especies, en este caso arbóreas, sin contribuir a su implantación o mantenimiento. Hay animales, que, del mismo modo, también viven en los árboles e incluso los usan como medio de sustento, por ejemplo, muchas especies de aves. En algunos casos, el beneficio es mutuo para el anfitrión y el invitado, pero no siempre es así.
Vertical vs Horizontal
Los especies vegetales viven en comunidades, compartiendo el mismo sustrato. En unas ocasiones la biomasa que las compone se extiende de forma horizontal, hay suelo y sol de sobra para todas. Si nos fijamos en una sabana, veremos que árboles que crecen alli están dispersos y no son de gran altura. Sin embargo, en un bosque tropical, las especies arbóreas batallan por el suelo y la luz solar, se desarrollan muy próximas entre si y alcanzan portes impresionantes.
Tasladándonos a la perspectiva humana, no es lo mismo un paisaje rural, con dispersas casas de escasa altura que la ciudad de New York, donde ante la escasez de suelo y la competición por los recursos luminosos, las construcciones, rascacielos son muy próximas y alcanzan grandísimas alturas.
Raices y cimientos
Las raices anclan los árboles al suelo y los sustentan, permitiendo que puedan alcanzar altura. Aunque siempre hay un límite de resistencia, esta sujección hace frente a los factores ambientales que pueden afectar su estabilidad, ya sea el viento, la nieve o los movimientos sismicos.
Los cimientos arquitectónicos cumplen la anterior misión en el caso de los edificios y de la misma forma, cuando mayor sea la envergadura de la construcción aérea, más poderosa tendrá que ser la contrapartida subterranea.
Pero, como sabemos, la función de las raices no se limita al mantenimiento de la integridad estructural de las plantas, también sirven para absorver agua y sales minerales del sustrato, suministros necesarios para realizar las funciones vitales. Extremando la comparación, también los edificios también reciben suministros vía subterranea: Agua, gas y electricidad.
Vigas y pilares
Los rascacielos se sustentan mediante un esqueleto que mayormente está compuesto de hormigón y metal. Mientras los materiales mantengan su integridad el edificio se mantendrá en pie.
El esqueleto de los árboles está formado por células muertas, lo que se conoce como madera, que en su día, cuando estaban vivas ejercían otras funciones. Si hacemos una sección transversal de una rama o un tronco, solo un estrecho círculo, situado entre la corteza (los muros del edificio) y la madera, esta vivo. Excepto este sector, además de hojas, flores y frutos, toda la masa de cualquier especie arbórea es tejido muerto.
Aprovechamiento de la energía solar
En las plantas la luz es absorvida por el tejido fotosintético, que sobre todo se encuentra en las hojas, aunque también puede estar en los tallos y otras estructuras.
Las «hojas» de los edificios son las ventanas y tragaluces, por donde penetran las radiaciones del sol, aportando iluminación y calor. Si además de estas estructuras, el edificio consta de paneles fotovoltaicos, ya tenemos otro tipo de hojas artificiales.
Intercambio de gases con el exterior
Las hojas permiten a las plantas el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono con el medio gracias a unos orgánulos llamados estomas.
Aunque también hay en las viviendas otros sistemas de ventilación, nada más facil para realizar esta función que abrir ventanas y tragaluces.
Conducciones
En cualquier árbol hay una serie de conductos (xilema y floema) por donde circulan sus fluidos vitales, la savia, ya sea a favor o en contra de la gravedad, para lo cual se requieren ciertos sistemas de bombeo (si quieres ampliar información te aconsejo la lectura del post «Los árboles, esos tipos sin corazón).
Por el interior de los edificios discurren también conducciones de fluidos, como pueden ser el agua potable, gas, o electricidad, en sentido ascendente o aguas residuales, en sentido contrario.
Su Planificación
Para construir un rascacielos, entre otros factores, necesitamos arquitectos que dibujen los planos, hagan los cálculos correspondientes, determinen los materiales que se van a utilizar y dirijan las obras.
En la Naturaleza todas esas funciones las asume el ADN, donde se encuentran codificadas todas las instrucciones precisas para convertir una humilde y minúscula semilla en una colosal sequoia, por ejemplo.
En una edificación humana precisamos recopilar materiales de distintos lugares, algunos muy distantes que deberán ser transportados hasta el lugar de la obra. Si se trata de un organismo vegetal, todo este material se encuentra en el suelo y en el aire inmediatamente próximo.
La maquinaria, sea ligera o pesada, y una nube de operarios y supervisores que necesita un edificio en construcción, poco tienen que ver con los pequeños laboratorios del interior de cada celula vegetal, que son capaces de multiplicarlas y modificarlas para que realicen su misión, justo en el lugar donde son precisas.
No debería nadie extrañarse de lo expuesto en este apartado, la Naturaleza nos lleva miles de millones de años de ventaja.
La construcción de un árbol es un proceso sostenible, que no contamina ni distorsiona el entorno natural, más bien, todo lo contrario.
Por último, os expongo un dilema, pero allá la opinión y el gusto de cada uno: ¿Puede ser más bello un edificio que un árbol?
Nos leemos