Las plantas que producen mortales venenos no crecen necesariamente en lejanos bosques tropicales o en misteriosas islas rodeadas de nieblas y protegidas por escarpados acantilados. Las podemos encontar muy cerca de nosotros, por ejemplo, en el parque donde paseamos habitualmente o entre nuestras plantas domésticas. Ni siquiera es preciso ingerirlas para intoxicarse, a veces, basta un simple contacto casual y la presencia de sustancias que se absorven por la piel, como es el caso del Acónito, considerada la planta más venenosa de Europa.
El género Aconitum
Este grupo botánico es nativo de las montañas del Hemisferio Norte, pero por su belleza es cultivada como planta ornamental en todo el mundo.
De porte herbáceo, pueden superar el metro de altura. Son plantas que mantienen el follaje en invierno y viven mucho tiempo. Sus flores son vistosas, predominando el color azul y el violeta, aunque también las hay amarillas, blancas y rosas. Son de simetría bilateral (zigomorfas) y uno de los sépalos, el más grande, llamado galea, con forma de capuchón. Se disponen agrupados en racimos en largos tallos florales.
Las hojas son verde oscuras palmeadas y muy divididas.
Las raices son pardo-oscuras y cónicas. Las semillas son negruzcas, se encuentran en cápsulas y son rugosas.
El nombre de este genero proviene del vocablo griego Ακόνιτον, que significa «planta venenosa». La mitología dice que fue traída del infierno por su guardían Cerbero, el perro de tres cabezas.
Teofrasto, un botánico griego contemporaneo de Platón, contaba que era utilizado por los tiranos para librarse de sus adversarios políticos. Los antiguos romanos, siempre cuidadosos de no sufrir envenenamietos con la comida, sentían pánico de él.
Este género incluye más de trescientas especies. Las más frecuentes son:
• Aconitum napelum, el acónito común
De flores azules, excepcionalmente blancas, es la especie más extendida. El jugo de esta planta se usó desde el Paleolítico como veneno de flechas y en la mitología mediterranea era símbolo de maldición y venganza. Pese a todo, preparado correctamente, tenía usos medicinales. Fue usada desde hace más de dosmil años por chinos y griegos, principalmente, como anestésico local, en Europa también fue empleada con este fin hasta el siglo XX, cuando se descubrieron otros productos de efecto similar y más seguros. Hoy está totalmente desaconsejado por los riesgos que conlleva.
• Aconitum vulparia o matalobos
Poseé flores amarillas y, al contrario de la anterior, rara vez alcanza el metro de altura. Ha sido empleada en determinados lugares para eliminar los competidores del humano, ciertos predadores como el zorro o el lobo, considerados como alimañas. Afortunadamente, en la mayoría de los paises estas prácticas son ilegales, pues como es bién sabido, todos los animales cumplen con su papel en los ecosistemas, aunque hay excepciones, por ejemplo, Homo sapiens (que traducido del latín significa «homínido sabio»… ¡Vaya ironía!)
Sustancias tóxicas del acónito
Todas las partes de este vegetal contienen peligrosos alcaloides diterpeno. La raiz, que puede verse en la siguiente ilustración, es el organo que los poseé en mayor concentración. A veces, los recolectores, de forma inconsciente, las mezclan con las raices de otras especies no tóxicas, produciéndose graves intoxicaciones. En Asia, el asunto se complica, pues aún se utiliza como condimento culinario y no siempre el proceso de desactivación del veneno es fiable. Es un juego peligroso, equivalente al consumo del pez globo en Japón o comer setas silvestres sin consultar con un especialista.
El alcaloide tóxico más importante de los jugos de la planta es la aconitina, una sustancia muy peligrosa capaz de afectar el corazón y el sistema nervioso. Una dosis de dos miligramos (5 gramos de raiz) puede matar a un adulto.
Síntomas y tratamiento
Los primeros sintomas aparecen media hora después de su entrada en el organismo humano. Consisten en hormigueos en extremidades y cara, también picor de lengua. Más tarde se produce una insensibilación a los estímulos táctiles, debilidad muscular, nauseas, vómitos, hipotensión y dificultad respiratoria. Por último, se produce la muerte por parada cardiaca (fibrilación ventricular).
El tratamiento ha de realizarse lo más pronto posible, comenzando por una descontaminación digestiva: Lavado de estómago y administración de carbón activo. Es preciso corregir la deshidratación y la pérdida de sales con la administración de líquidos. No existe ningún antídoto específico, utilizandose una medicación equivalente a la empleada en crisis cardiacas.
En la Naturaleza, la vida y la muerte van de la mano. Medicamentos, venenos, cosméticos, alimentos, drogas… La frontera es casi intangible, unas veces, depende de quién y cómo se use la planta en cuestión, otras, del azar. Ante este panorama solo cabe la prudencia y el conocimiento científico. Es mejor pecar por defecto que por exceso.
Si estas interasado en temáticas similares, te aconsejo la lectura del post de este mismo blog, titulado: «La belladona, Gollum y varios ovnis en el cielo.»