Hay un refrán universal que en castellano se formula así: «A veces es peor el remedio que la enfermedad». Aunque no siempre los dichos populares son ciertos, en este caso sí lo es. Para ilustrar lo que digo, lo llevaremos al terreno de la Botánica.
Situémonos en el Sur de Europa durante el siglo XVIII: Debido a la sobreexplotación de los recursos forestales, los montes están esquilmados, roturados en su mayoría, sin dar tiempo a su recuperación.
Ya sea como combustible doméstico o industial, para la construcción de infraestructuras, viviendas o barcos, para la obtención de papel o, bien, porqué estorbaba a ganaderos y agricultores, el hacha y el fuego nos dejaron un legado lamentable.
Las autoridades buscaban soluciones rápidas y no pensaron en las consecuencias. Decidieron importar especies de otros lugares, entre ellas, un árbol chino, conocido en su tierra como «El Árbol del Cielo».
Ailantus altissima, «El Árbol del Cielo
Es un arból elegante, de corteza gris agrietada. Puede alcanzar los treinta metros de alto. Sus hojas son compuestas, es decir, que están divididas en ocho o más pares de foliolos y uno, más pequeño, en el ápice, cuyas formas recuerdan la punta de una lanza. En otoño caen, creciéndo la primavera siguiente.
El fruto es una sámara, es decir, un fruto «volador», que se disemina a largas distancias gracias al viento y que puede permanecer en el árbol aunque se haya caido la hoja, maximizando su capacidad reproductiva.
Esta especie arborea es muy estimada en la Medicina Tradicional China, empleándose como remedio de amplio espectro: Antidiarréico, purgante, cicatrizante…
Las hojas se utilizan para la elaboración de papel, como tinte amarillo para la lana y de alimento para un gusano de seda de nombre Samia cyntia.
¿ Por qué se empleó este árbol para reforestar?
• Crecía a mayor velocidad que los árboles nativos, proporcionando un espeso follaje
• Era bastante indiferente a la calidad del suelo y a las temperaturas extremas.
• Resistía a todo tipo de contaminación.
• Producía gran cantidad de semillas que favorecían su expansión sin intervención humana.
• Aunque fuese talado, rebrotaba con gran facilidad.
¿ Por qué fue un error?
Esta especie no solo fue introducida en el Sur de Europa, también ocurrió lo mismo en Estados Unidos y en Australia, en estos dos últimos territorios con finalidad ornamental. De este modo, un árbol que su medio natural se consideraba como una bendición del cielo, no lo fue para los paises que lo introdujeron en sus territorios, bien lejos de los mecanismos que equilibraban su proliferación en su ecosistema natal.
Hoy está calificado como una Especie Invasora de primer orden.
Debido a su gran vitalidad no se contuvo en los lugares donde fue originalmente plantada, colonizando otros territorios, teniendo preferencia por los bordes de las carreteras.
Allá donde brota reduce la biodiversidad, empobreciendo el estrato herbaceo y de los arboles nacientes, robandoles el sol y los recursos hídricos. Pero no tiene bastante con esto, produce unas sustancias, llamadas «alelopáticas» que tienen un negativo efecto metabólico sobre la flora acompañante, inhibiendo el crecimiento y la germinación de las especies autóctonas.

Resumiendo, juega sucio para dominar los ecosistemas de donde no es nativa, estrategia que define lo que los científicos consideran Especies Invasoras, casi siempre, introducidas por los humanos.
Como añadidura su madera es de pésima calidad y sus hojas huelen mal, conociéndose con sobrenombre de «malhuele».
Que se sepa, fuera de su territorio natal, solo tiene un enemigo natural, una mariposa americana, Atteva aurea, que devora sus hojas.
Alguien puede pensar que esa puede ser la solución para esta invasora. Llevar el insecto a Europa y Australia. Lo más seguro con este procedimiento que, de nuevo, volvamos a reafirmarnos en el viejo refrán y que sea peor el remedio que la enfermedad. La ignorancia es muy atrevida.