El granado es nativo del Norte de Irán y del Himalaya occidental, pero no tardó en expandirse su cultivo, que data de hace 5000 años. Se han encontrado sus frutos en algunas tumbas egipcias, donde, junto a otros alimentos, acompañaba a los difuntos en su viaje al Otro Mundo. Los historiadores clásicos afirman que era uno de los frutales de los míticos Jardines Colgantes de Babilonia y la tradición islámica dice que es uno de los árboles del Yanna, el paraíso que promete Alá a los justos. La mitología griega sostiene que este árbol, cuyos frutos tienen innumerables semillas, fue creado por Afrodita, diosa del amor y la fertilidad.
Descripción y biología:
El granado, clasificado por los botánicos como Punica granatum, es un árbol pequeño, de hojas lanceoladas y ligeramente oblongas. Sus flores son rojas y vistosas, de cinco pétalos, pero a veces están duplicados y pueden ser diez. El cáliz es acampanado, coriaceo y grueso, con cinco dientes triangulares y semeja una corona que permanece en el fruto, llamado granada.
El fruto es esférico, de gruesa envoltura, de colores amarillentos y rojos (según la variedad) y posee múltiples semillas rodeadas de tejido rojo y carnoso. Estas semillas están separadas en grupos por tabiques membranosos o tasalas, que no son comestibles.
Es poco exigente respecto al suelo y crece espontáneamente en ribazos y zonas limítrofes de otros cultivos. Prefiere el calor al frío y lo podemos encontrar desde el borde del mal hasta los 1.100 metros de altura.
Hoy se cultiva casi por todo el mundo: Europa Mediterránea, China, Japón, Corea, Asia Menor, Norte y Sur de África, Australia, América Central y del Sur, etc…
Es una de las especies más utilizadas para la elaboración de bonsáis.
Valores medicinales:
Es una fruta muy saludable y de beneficios demostrados, rica en hierro, vitamina C y otros antioxidantes, potasio, calcio y magnesio.
• Hipócrates, un sabio médico ateniense del siglo V a.C., lo recomendaba como reconstituyente y para combatir la fiebre.
• Rejuvenecedor del organismo, debido a la presencia de urolitina A.
• Mejora la salud cardiovascular y previene algunos tipos de cáncer.
• Es uno de los alimentos más eficaces contra la anemia (deficiencia de hierro).
• Es útil para combatir la tos (haciendo gárgaras con el zumo), diarreas y parásitos intestinales.
Curiosidades
En el Antiguo Egipto, además de usos funerarios, se empleaba para elaborar un vino de baja graduación.
Los babilonios mascaban las pepitas para infundirse valor antes de las batallas.
Es una de las especies arbóreas más citadas en la Biblia y en la tradición judía este fruto representa, debido a su gran número de semillas (unas 600), los 613 mandamientos de la Torá, el Antiguo Testamento.
Los fenicios dieron a conocer los frutos de este árbol en Roma, de ahí su denominación científica (los fenicios también eran conocidos como púnicos). En España fue introducido como consecuencia de las invasión islámica, dando nombre a un antiguo reino Nazarí y a su capital, Granada.
El jugo de la granada es útil para teñir tejidos.
Shakespeare hizo que Romeo le hablara a Julieta escondido en el follaje de nuestro árbol.
Después de esto, ¿Qué más se le puede pedir al granado?
Usos culinarios:
Lo más común es consumir los granos en fresco, o bien obtener el zumo de estos, que concentrado y mezclado con azúcar constituye un jarabe llamado granadina, muy utilizado en cockteleria. La granada también se emplea en la elaboración de determinados platos.
Veamos algunos ejemplos:
• Mutabbal:
Es un elaboración típica de la cocina del Líbano (antigua Fenicia). Se hornean unas berenjenas y posteriormente se aplastan con un tenedor, mezclándolas con pasta de sésamo, yogurt, ajo, zumo de limón y dibs al’ruman (granadina elaborada con una variedad local de esta fruta con cierta acidez). Puede adornarse con perejil, menta y granos de la fruta.
• Ensalada de lechuga y granada.
Se utilizan varios tipos de lechuga (una vez lavadas con agua y posteriormente secadas con papel o un paño de cocina), granos de la fruta y almendras tostadas en una sartén. Se aliña con vinagre, aceite de oliva y sal. Receta de Karlos Arguiñano.
• Ponche de Granada:
Es un combinado típico de algunas regiones de México. Lleva jugo de granada, tequila o mezcal, cacahuete, nueces, manzana y azúcar.
• San Francisco:
Para que nadie piense que fomento el alcoholismo entre los lectores del blog, he aquí un cocktail sin alcohol, quizá el más famoso del mundo. Contiene una mezcla de zumos (limón, naranja, piña y melocotón ) con azúcar y granadina.
Esta bebida, como su nombre indica, se creó en la ciudad de San Francisco. Fué en los años 70 del siglo pasado. Cuentan que el dueño de un bar nocturno, sorprendió por la mañana en el interior del bar, cerrado al público a esas horas, a uno de los camareros completamente borracho. El empleado se defendió diciendo que se había quedado para plasmar los colores del amanecer en un nuevo combinado. Delante de su jefe, irritado y con la intención de despedirlo, improvisó el cocktail, resultando tan bueno que el picaro se salvó de las represalias y escribió un nuevo capítulo en la cockteleria mundial.
Hace algunos años, unos amigos y yo, todos biólogos, decidimos irnos a conocer el desierto de Jordania. Viajamos en un avión que nos llevó desde Madrid hasta Amán. Allí alquilamos un todoterreno y nos dirigimos, con más ilusión que prudencia, hacia el desierto, ávidos de encontrarnos con la región que se conoce como «Arabia pétrea«, paisaje de las aventuras de Laurence de Arabia y donde se rodaron algunas de las escenas de «En busca del Arca Perdida».
Íbamos provistos de abundante combustible, comida, algunas botellas de vino y bidones de agua. Los primeros días, pese al calor y los polvorientas carreteras, todo fue relativamente bien, sin embargo, no contábamos con una averia mecánica. Entonces los telefonos móviles no eran como los actuales. Estuvimos tres días, por turnos, dando vueltas por pedregales y dunas como gallinas sin cabeza buscando auxilio, asfixiados de calor y con las piernas molidas, hasta que la reserva de agua se agotó.
Recurrimos al vino. Nunca debimos hacerlo. No pensamos que el vino nos traicionaría de ese modo: Nuestra saliba se secó, igual que los líquidos oculares y las cabezas amenazaban con estallar. Deshidratados, borrachos y a cuarentaitantos grados a la sombra. ¡Qué listos fuimos!
Cuando pensábamos que íbamos a morir de sed nos encontramos con una caravana de beduinos que viajaban a lomos de camellos y les pedimos ayuda. Nos ofrecieron granadas. Jamás en mi vida he disfrutado de algo tan refrescante y delicioso. Nuestra recuperacion fisica fue verdaderamente prodigiosa. Cuando, con cierta dificultad logramos, comunicarnos con ellos, dijeron que era una costumbre inmemorial llevar ese fruto en las travesías por los desiertos. Era una medicina útil, también una golosina y les recordaba la promesa del paraíso.
Los nómadas nos pusieron en dirección a un pueblo cercano, tan solo a una hora de camino. Allí había grúa, es decir, cuatro burros que tiraron de nuestro coche y un taller donde nos arreglaron la avería por poca pasta.
La tradición es sabia, la granada resiste la ausencia de refrigeración y es fuente de agua, azúcar, minerales y vitaminas. Y está realmente sabrosa.