El espacio por donde navega una estación espacial es inhóspito. No puede haber vida. No hay agua líquida. Estamos en el vacío. Por otro lado, sin la protección de una atmósfera y un campo magnético, cualquier sistema biológico se encuentra desprotegido de la radiación solar y cósmica, que alteran el ADN. Además, mientras es de día, la temperatura supera los 120°C y durante la noche desciende a 180°C bajo cero.
Eso piensan los científicos, pero «la vida te da sorpresas», que diría Rubén Blades, un artista panameño.
Vida en el espacio.
Los tripulantes de la Estación Espacial Internacional apreciaron que los cristales de las escotillas estaban sucios. Limpiaron cuidadosamente la superficies internas, pero la suciedad persistía. El problema estaba fuera, era preciso salir al exterior para limpiar los detritos acumulados.
A una distancia de 340 kilómetros de la superficie terrestre el espacio está repleto de basuras. Abundan la chatarra a la deriva de las antiguas misiones espaciales. Algunas se desintegran cuando su órbita se encoje y tropiezan con la atmósfera planetaria. Sin embargo, la mayoría persiste, girando sin descanso. Son fragmentos, de diversos tamaños, de satélites espaciales, estaciones abandonadas, depósitos de combustible, carcasas de cohetes… Coloquialmente, los astronautas le llaman basura espacial. También hay materiales de origen natural, ya sean restos de colisiones de cuerpos celestes o las cenizas de la cola de un cometa.
Mientras la brigada de limpieza, enfundada en sus trajes espaciales, efectuaba su labor, el biólogo que les acompañaba decidió tomar muestras de la suciedad que empañaba los cristales y observarlas más tarde con el microscopio. La sorpresa fue monumental. Había algas microscópicas. Iguales que las que viven en nuestros mares. En particular de un tipo llamado diatomeas, semejantes a las de la fotografía.
Controversias científicas
La noticia cayó como una bomba entre la comunidad científica y se dieron múltiples interpretaciones al fenómeno, que clasificaremos en dos categorias:
• Origen terrestre de los organismos:
– Un huracán o algún otro fenómeno atmosférico, capaz de transportar materiales desde el mar hasta el espacio, es el responsable de la presencia de algas. Los detractores de esta hipótesis, afirman, y razón no les falta, que hasta la fecha no se conoce ninguna fuerza meteorológica con capacidad para expulsar materiales a una altura de 340 km. Busquemos otra forma de trasporte.
– Los cohetes y lanzaderas espaciales pueden impregnarse, antes de su despegue, de nieblas o vapores marinos, de los que se sabe que a veces llevan plancton en suspensión. Si fuera así, los rusos no serían responsables del fenómeno, ellos efectúan los lanzamientos en mitad de Asia, bien lejos del mar. Los causantes serían los norteamericanos, que lanzan en Cabo Cañaveral, muy cerca del Atlántico.
Muchos se adhirieron a esta hipótesis, pero, más tarde, el hallazgo de organismos marinos en los vehículos exclusivamente rusos, la lanzó por tierra.
• Origen extraterrestre:
Los cometas son masas de agua congelada y trozos de roca. Son fragmentos de planetas que en su día sufrieron colisiones o explosiones internas. Quizás, en estos planetas accidentados había mares y vida. Quizá, en el corazón de estos viajeros siderales, vayan organismos hibernados y protegidos de las radiaciones gracias a la carcasa de hielo. No es imposible que sea un cometa el origen de la vida en la tierra.
Cuando un cometa, proveniente de una galaxia «muy muy lejana», se aproxima a nuestro sol, parte de su materia se descongela y desprende, dejando una estela plateada, lo que llamamos cola. La zona donde están los satélites y estaciones espaciales son surcados por cometas. Es posible que el polvo de sus colas se adhiera a la superficie de los vehículos.
Esta hipótesis es bonita y elegante, pero no es perfecta:
• Las algas y otros microorganismos encontrados en nuestras fronteras siderales son inequívocamente terrestres. No es posible que seres nacidos a incontables años luz se parezcan lo más mínimo a los nuestros. La probabilidad de que esto ocurra es tan insignificante que no merece la pena plantarselo.
• Las muestras de cometa de las que se dispone actualmente, algunas de ellas obtenidas por sondas espaciales, no contienen ninguna clase de vida, pero si las moléculas necesarias para su creación. No podemos excluir que en la aparición de la vida en la Tierra, hace 3.800 millones de años, tenga algo que ver la colisión de cometas. {Si quieres seguir leyendo sobre el tema te recomiendo el post: » Un cometa llamado génesis«).
Confieso que no tengo claro cómo han llegado esas algas diatomeas hasta los ventanales de los vehículos espaciales. Creo saber que en un hábitat así la vida es inviable. Pero no hemos hallado seres viviendo fuera del planeta, sólo sus restos, en este caso, caparazones de sílice de hermosos dibujos y nada más. Aún no hemos encontrado vida de otros planetas o seres capaces de vivir en el vacio, como la Ballena Espacial de Futurama.