Ginseng, el Elixir de la Eterna Juventud

En las postrimerías del siglo pasado, los países occidentales fijaron su atención en la medicina oriental, particularmente sobre la china. La medicina tradicional, despersonalizada y rígida, sometida a las multinacionales farmacéuticas y a una pésima gestión por parte de las administraciones, gozaba de un desprestigio creciente. Ciertas terapias como la acupuntura, la homeopatía, el reiki, la herboristería, etc. plantaron cara a la medicina clásica. Uno de los remedios estrella de las terapias alternativas era el ginseng, una raíz a la que se le atribuían poderes casi sobrenaturales.

La palabra ginseng proviene del chino rénshēn (人蔘, rén = ‘hombre’ + shēn = planta). Es decir, la hombre-planta, debido a la semejanza de las raíces con el cuerpo humano, como también ocurre con la mandrágora, otra planta a la que también se le atribuyen múltiples cualidades. (Si deseas saber algo más sobre la mandrágora, te recomiendo el post «La Mandrágora y las Brujas» de este mismo blog.).

La planta cuya raíz es el ginseng corresponde al género botánico Panax y consta de 11 especies distintas. La más utilizada por la medicina oriental es la especie Panax ginseng, originaria de China, Corea, Japón y Siberia. Hay otras especies por el mundo que también poseen valor medicinal, en USA, por ejemplo, crece Panax quinquefolius, que se exporta a China.

El vocablo latino Panax significa «curar todo» en griego, que comparte el mismo origen que la palabra «panacea». Se aplicó a este género porque Linneo, el primer botánico que la describió en el siglo XVIII, tenía noticia de sus múltiples usos en la medicina china. Marco Polo, el viajero veneciano que visitó China en el siglo XIV, también tuvo conocimiento de la utilización de esta raíz.

El ginseng se vende en diferentes formatos: Ampollas, cápsulas, helados, comprimidos o infusiones. A veces va mezclado con otros productos de propiedades parecidas, como la jalea real, bayas goji y otros productos milagro. En la fotografía, helado de ginseng.

Principios activos:

Los principios activos a los que se atribuyen las capacidades de esta raíz son los glusenósidos o panaxósidos, una clase de compuestos químicos de naturaleza esteroide, glucosídica y triterponoides. Estas sustancias tienen una amplia variedad de efectos biológicos sutiles y difíciles de caracterizar. Hay otras especies, que ni siquiera pertenecen al género Panax, que también se comercializan como ginseng. Por ejemplo, Withania somnifera, en Brasil o Eleutherococcus pentaphyllum, originaria de Siberia.

Panax ginseng, la planta genuina, es un arbusto de lento crecimiento. Crece en zonas frías y montañosas de China, Corea, Japón y Siberia oriental. Sus hojas están divididas en cinco lóbulos. Las flores son rojizas y crecen en agrupaciones con forma de sombrilla (umbelas). Los frutos son de un rojo más intenso y carnosos. Las raíces están muy ramificadas, de una forma que, con imaginación, pueden recordar la figura humana.

El ginseng tiene diversas presentaciones:

Los que usan estas raíces prefieren las más viejas y las que crecen sin cultivar, dicen que presentan más principios activos.

Ginseng blanco: Aquel que se obtiene secando la raíz de forma natural, es decir, a base de sol y aire.

Ginseng rojo: Secado de forma artificial, con altas temperaturas. En la fotografía, ginseng rojo.

Ginseng fermentado: Se crea a partir del rojo, se supone que es el más potente, ya que a causa de la fermentación se enriquece de un componente conocido como dompoundk.

Los poderes curativos del ginseng son los más amplios que ninguna otro vegetal posee, según los creyentes:

Retrasa el envejecimiento. Alivia el cansancio. Favorece la memoria y el rendimiento mental. Soluciona problemas cardíacos, previene el cáncer, disminuye el colesterol y los sintómas de la diabetes. Mejora el sistema inmunitario. Cura el déficit de atención y la hiperactividad. Devuelve la potencia sexual y el apetito carnal. Es un inmejorable ansiolítico. Etc….

La realidad científica choca con las creencias paracientíficas. Las pruebas médicas no avalan lo dicho anteriormente, la burbuja se deshincha como ocurre con la homeopatía, la acupuntura y otras medicinas alternativas.

La Organización Mundial de la Salud no niega que el ginseng tenga ciertas propiedades, pero en ningún caso milagrosas o como remedio universal (panacea). Lo único que queda probado, sin que se le pueda darle la categoría de medicamento, es que alivia del cansancio metal y físico, de la misma manera que puede hacerlo un té o un café. Allá los gustos de cada cual.

Es indudable el tremendo poder curativo de las plantas, sin ellas no gozariamos de la actual calidad de vida y viviríamos menos, pero no estamos exentos de caer en las mentiras de algunos vendedores de humo. La salud no solo es cuestión de pócimas milagro y de directores de marketing. Todo debe empezar en la escuela, es preciso que niñas y niños tomen conciencia de la pertenencia del cuerpo humano a un macroorganismo llamado Naturaleza. Conociendo y obedeciendo las leyes de la Naturaleza nos evitaremos muchos problemas de salud. Debemos aprender a comer de forma equilibrada, proporcionarle a nuestro cuerpo el ejercicio y el aire puro que necesita, practicar la higiene y diferenciar entre ciencia y superstición. El futuro está en la educación, no en las pseudociencias paramédicas.

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