San Pedro: El Cactus Sagrado de Los Andes.

Cuando Francisco de Pizarro pisó las montañas de los Incas, en la maravillosa cordillera de los Andes, encontró infinitud de cosas que le sorprendieron. Los sacerdotes incas adoraban y cosechaban un cactus más alto que tres hombres juntos, uno encima del otro. Los sacerdotes de los que hablamos eran tan científicos como magos.

Científicos eran, porque conocían el poder curativo de las plantas, como cultivarlas o recolectarlas, que enfermedades curaban y la forma de preparar sus efectivas medicinas. El cactus que hoy os traigo, procesado de diferentes modos por estos sabios, se utilizaba en el tratamiento de diferentes dolencias.

TRATAMIENTOS:

Caspa y calvicie: El paciente debería frotarse el jugo fresco del cactus por el cuero cabelludo cada dos días.

Dolor de garganta: Cocer el tallo y beber ese agua.

Reuma: Remojar el tallo de un día para otro. Triturarlo con su agua y aplicar en la zona afectada.

Tos: Poner una flor en infusión y dejar reposar. Beber esta infusión dos veces al día.

USOS:

Adherente de pinturas y argamasa: Se tritura la planta. El mucílago resultante tiene una gran capacidad adherente.

Vigas: Los tallos secos son ligeros y resistentes. Perfectos para fabricar el techo de una vivienda.

Repelente de polillas: Se esparce el polvo seco del tronco por los tejidos que se puedan estropear.

• Uso Veterinario: Los pastores incas obtenian, según la enfermedad de su ganado, diferentes remedios (basados en esta planta) de mano de los sacerdotes. En la ilustración, un sacerdote inca recolecta un Cactus de San Pedro.

Estos sabios también practicaban la magia. Proporcionaban al Gran Inca y al resto de la población una bebida fabricada a base de este cactus, llamada Aguacolla, que les permitía comunicarse con los espíritus y los dioses. El cactus de los mil usos era sobre todo un vínculo entre este mundo y el Más Allá. Su relevancia en la cultura inca era fundamental y aparece frecuentemente en representaciones artísticas. Los arqueológos han encontrado pruebas que demuestran el uso de este cactus en el pasado más remoto de los pobladores de los Andes, allá por el año 10.000 a.C.

Francisco de Pizarro tuvo noticia por los indios cautivos del porqué se cultivaba, recolectaba y se adoraba a este cactus como si fuera un dios. Le llamó Cactus de San Pedro, porque abría las Puertas del Cielo a los humanos.

Este famoso cactus crece espontáneamente en Perú, Ecuador, Bolivia y el norte de Argentina, región geográfica que coincide con el Antiguo Imperio Inca. Su nombre científico es Echinopsis pachanoi.

Puede alcanzar los siete metros de altura, de color verde oscuro y de 5 a 10 costillas por tallo, en cuyas aristas hay varias espinas marrones de hasta 2 cm creciendo en aureolas pálidas. Nunca forma hojas. El tronco principal puede dividirse formando otros troncos de crecimiento vertical, dando al conjunto el aspecto de candelabro estrecho y monumental.

Con 7 años de edad medirá más de 3 metros, perderá las espinas más largas y florecerá por vez primera. Será en primavera. Las flores son grandes, fragantes, de pétalos blancos y con forma de trompeta. Duran poco y se forman en los estremos superiores de la planta. En los Andes se abren al anochecer y son polinizadas por mariposas nocturnas pero he observado que en algunos lugares de España, donde es frecuente verlos en jardines, se abren al amanecer. Quizá los insectos polinizadores de aquí sean distintos y de hábitos diurnos. Decidí escribir el post cuando observé que un Cactus de San Pedro, de unos cinco metros, que crece en las proximidades de mi casa, estaba en flor. Quería documentar que estas latitudes el San Pedro abre los pétalos de las flores (para dejar pasar a los insectos colonizadores) al amanecer y los cierra con la caída del sol, de forma opuesta a lo que ocurre habitualmente. A los dos días fuí a fotografiar el ejemplar. Un desastre, las flores ya se habían marchitado. Llegué tarde, maldita sea. El año que viene no me pasará lo mismo. Os lo juro.

CULTIVO DEL CACTUS DE SAN PEDRO:

Deberás tener en cuenta los siguientes factores:

Precaución: No somos sabios incas. No deberemos, bajo ningún concepto, ingerir jamás ninguna parte de la planta. La savia de este cactus contiene mescalina, un potente alucinógeno. Fuera del uso tradicional de los indios, en los años sesenta se popularizó por todo el mundo como droga psicodélica por su gran capacidad de producir alucinaciones.

Frutos: La flor del San Pedro produce un fruto parecido a una aceituna gigante, cuando está maduro. Sus semillas se pueden plantar con alta probabilidad de éxito. También se recurre a esquejes (troncos muy jóvenes).

Condiciones ambientales: Estos cactus son nativos de los Andes, su crecimiento óptimo ocurre entre los 1.000 y 3.000 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, toleran el calor, aunque el sol directo les produce quemaduras. Como los habitantes de la montaña cuando van a la playa los domingos. Necesitan luz indirecta la mayor parte del dia y agua abundante en un suelo fértil que no se encharque.

Insecticidas, abonos y fertilizantes: Nunca usarás insecticidas industriales. Matan, sin distinción, a los pequeños sostenedores del ecosistema. No olvidemos que si los insectos no polinizan las flores, el mundo se va a la mierda. Los abonos, pocos y naturales. Nunca uses fertilizantes industriales. Saturan el suelo de nitratos y fosfatos. El exceso de estos compuestos contaminan las aguas subterráneas y las superficiales.


Por ejemplo, en España hay un mar interior contaminado por el abuso de fertilizantes en los campos cercanos. Este lugar, situado en la Región de Murcia, es El Mar Menor. Es una laguna salada, cuyos primeros pobladores se remontan a la edad de piedra; un accidente geografico y un ecosistema único en el planeta. Separado del Mediterráneo, allí llamado El Mar Mayor, por una lengua de arena interrumpida por varios canales, hoy es una pestilente charca verde, cuyo sospechoso color se ve desde el espacio para vergüenza de la humanidad. Si quereis comprobarlo, podeis ver algunas imágenes en este post: «El Mar Menor y la justicia» .


Velocidad de crecimiento: Si le has dado buena vida a tu cactus crecerá medio metro por año y a los siete años ya será un adulto: Perderá las espinas largas, podrá fabricar semillas y procrear, algo necesario para la especie y muy satisfactorio para los humanos, que disfrutarán con las formas, colores y perfumes de sus flores. El aroma de la flor del Cactus de San Pedro, que dura unos pocos días al año, proporciona al usuario del jardín una experiencia psicodélica fantástica, sin arriesgarse a sufrir la mala suerte de Jimmy Hendrix o del cantante de The Doors, ambos fallecidos con menos de treinta años y en plena madurez creativa.

Cada uno es libre de hacer lo que quiera con su jardín y con su salud mental. La diferencia entre un veneno y una medicina no depende de la planta elegida para obtenerlo, depende de la mano de quién lo fabrique.

Un cactus no es un juguete, es un ser vivo, debe ser tratado con respeto.

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