Los fenicios, pueblo marinero, originario de una franja terrestre que hoy coincide con el Líbano, recorrían el Mar Mediterráneo comerciando con los pueblos de sus orillas. Muchas eran las mercancías que ofrecían a sus clientes: vino, cerámicas, telas, joyas… Uno de los productos estrella era la madera de cedro, un árbol que crece en las montañas de su pais. Esta madera era muy cotizada en la antigüedad, resistente como ninguna a la putrefacción, aromática y de hermoso dibujo.
Los barcos fenicios estaban construidos de este material. Su durabilidad es tal, que en la actualidad aún perduran sus restos, casi intactos, en el fondo del mar. En las costas españolas, particularmente en la Región de Murcia, hay varios pecios datados en el siglo VII a.C., como puede apreciarse en la fotografía, tomada en las aguas de La Playa de la Isla (Mazarrón). Cualquiera diría que esa lancha naufragó hace casi 2.700 años, mientras trasportaba aceituna y plomo ibéricos desde la orilla hasta el barco fenicio que aguardaba en una zona de mayor calado.
En el Antiguo Egipto se compraba mucha madera de cedro, aunque debido al trasporte resultaba de elevado precio. Se utilizaba, dada su durabilidad, para la construcción de edificios, particularmente, recubrimiento de paredes y techos y sobre todo para la elaboración de sarcófagos. El aceite del cedro también era muy estimado por su aroma y capacidad conservante en los procesos de momificación. En la fotografía, un sarcófago fabricado con esta madera.
El cedro del Líbano, en hebreo erez, es el árbol más citado en la Biblia. Se dice que Adán y Eva se alimentaban con sus piñones. Se empleó en la construcción, ordenada por el rey Salomón, del primer Templo de Jerusalén, datado en el año 976 a.C. La tradición cristiana afirma que uno de los maderos de la cruz de Jesús era de cedro, aunque los análisis del lignum crucis, suponiendo que dichas reliquias sean auténticas, indican que se trata de madera de ciprés.
En la actualidad el cedro es utilizado para la fabricación de guitarras de excelente sonoridad, cofres, joyeros y, sobre todo, lápices. Es frecuente su uso como árbol ornamental, su porte es bello y elegante, estando presente en parques y jardines del mundo entero. También es habitual encontrarlos en forma de bonsais.
La bandera del Líbano, haciendo referencia a su pasado fenicio, muestra uno de estos árboles.
Debido a la gran concentración de sustancias antisépticas en la resina de este árbol, los insectos y bacterias no hacen gran mella en su madera, de ahí viene su legendaria durabilidad.
Sus aceites esenciales, de agradable olor, tienen amplios usos medicinales, estando indicado para faringitis, bronquitis, sinusitis, gripe y catarros por sus propiedades farmacológicas.
El cedro es una conífera, pariente de los pinos. Aunque la especie más conocida, Cedrus libani, es propia de las montañas libanesas, el oeste de Siria y el sur de Turquía, hay lugares donde crecen otras especies: Chipre (Cedrus brevifolia), las montañas del Atlas (C. atlantica) y el Himalaya (C. deodorata).
Este árbol vive más de 2.000 años, crece con lentitud, el tronco, en la parte inferior es grueso, de copa es plana y ramas caídas, puede llegar a medir más de cincuenta metros. La corteza es de color pardo-grisáceo. Sus hojas, en forma de pequeñas agujas, son perennes y crecen en ramilletes. Las piñas son de forma ovoide, de no más de 10 cm. de largo y los frutos, piñones, tienen alas para favorecer la dispersión por el viento. En la fotografía, un detalle de Çedrus libani.
Los cedros viven en las montañas, prefiriendo la franja de 1.300 a 1.800 metros sobre el nivel del mar, no necesitan mucha agua y ,excepto la especie del Himalaya, no soportan las heladas ni las bajas temperaturas.
Hoy, estos árboles, igual que muchos otros del mundo, sufren una gran sobreexplotación. La superficie de los bosques de cedros disminuye a ritmos agigantados, está muy demandado en los mercados por sus múltiples cualidades.
La humanidad, de claras tendencias suicidas, es poco agradecida con aquellos que le han rendido grandes servicios. Así nos va de bién y tenemos un futuro tan prometedor.