H. G. Wells escribió una novela, «La guerra de los mundos», donde unos marcianos invaden la tierra. Cuando tenian arrinconados los ejercitos terrestres y la población humana estaba a su merced, ocurrió algo inesperado para los invasores. Los microbios terrestres infectaron a los conquistadores de Marte, que pese a su gran desarrollo tecnológico, no tomaron precauciones contra esos minuscúlos enemigos. Los marcianos, seres tentaculares y de horrible aspecto, entraron en contacto con el ambiente terrestre sin trajes que los aislaran del entorno. Carentes de un sistema inmunitario adecuado y de las medicinas específicas, fueron fáciles presas de la enfermedad y sus planes de colonización se desbarataron.
En otro escenario diferente y está vez real, tras la conquista de México por las tropas de Hernán Cortés, los microbios también fueron protagonistas. La población nativa de las tierras mesoamericanas vió reducida su población de 20 millones a sólo dos. Una enfermedad desconocida y proveniente del Viejo Mundo diezmó a la población indígena en unas decenas de años, mientras que los españoles eran inmunes. Los historiadores describieron los síntomas: Altas fiebres, diarreas, hemorragias, ictericia…En cuatro días el afectado fallecía sin remedio. La enfermedad recibió el nombre de «cocoliztli», el mal, en castellano. Recientemente, en Oaxaca, unos biólogos alemanes, en asociación con arqueólogos mexicanos, han estudiado los restos de nativos fallecidos por esta dolencia hace 500 años y han encontrado en sus dentaduras el ADN del culpable: Una bacteria, Salmonella enterica, común en Europa, pero desconocida para los cuerpos de los antiguos mexicanos, que no poseian el arsenal inmunológico adecuado.
Únicamente sobrevivieron aquellos cuyo metabolismo pudo reaccionar, transmitiendo esta resistencia a sus descendientes, de tal modo que la enfermedad dejó de ser relevante y la plaga desapareció.
Si alguna vez la humanidad encontrara en mitad del Universo un planeta semejante a la Tierra, con oxígeno y con vida, tendría que pasar mucho tiempo para que los visitantes pudieran desprenderse de molestos y pesados atuendos y pasearse por el planeta como lo hacen por la tierra. No podríamos respirar ese aire ni beber de sus aguas sin un minucioso trabajo de purificación. Lo mismo ocurriría con los posibles alimentos que se encontraran en el lugar. Los microbios alienígenas podrían hacer presa fácil en los imprudentes terrícolas.
No podemos excluir la posibilidad que recibamos la visita en la tierra de organismos extraterrestres. Quizás vengan, sin que lo sepamos, en muestras recogidas por astronautas o robots que hayan inspeccionado lugares donde ha podido surgir la vida: Marte, Encelado (satélite de Saturno) o Europa ( satélite de Júpiter).
También pueden llegar por sus propios medios, como polizones de uno de los múltiples meteoritos que atraviesan nuestra atmósfera o tripulando sus propios vehículos.
El contacto entre dos biologias diferentes puede ser absolutamente demoledor y los terrícolas podemos salir perdiendo, al contrario de lo que pasó en la ficción de Wells y de forma parecida a lo que le ocurrió a los mexicas tras la llegada de los españoles y sus enfermedades europeas.
La llegada de los extraterrestres, vengan o no en son de paz, traigan o no sus microbios con ellos, cambiará la ficticia seguridad en la que pretendemos vivir. Los teólogos de las religiones oficiales necesitarán retorcer los argumentos de sus libros sagrados, los napoleones modernos ya sean Trump, Putin o Kim Jong-un perderán su autoestima, los banqueros y especuladores llorarán lágrimas de sangre ante el temor de que el chollo se acabe y los denostados ufólogos y demás amantes del misterio saldrán a las calles a proclamar su triunfo.
Pero, si seguimos así, acentuando el cambio climático, fabricando armamento biológico, destrozando los equilibrios biológicos y jugando con misiles, no será preciso buscar enemigos externos, ya lo somos nosotros.
Ojalá la Federación de Planetas decida ya intervenir en este circo llamado Tierra y logre que la lógica se haga con el control de nuestros asuntos: ¡MR SPOCK FOR PRESIDENT!
xD