Pocas bebidas alcohólicas, a no ser el vino, han creado una leyenda tan grande como la de la absenta. Conocida también con el sobrenombre de » hada verde» , color más frecuente en las absentas, se le hace responsable de la locura de los artistas más brillantes de finales del siglo XIX.
En la lista de enagenados por el uso y abuso de este licor se encuentran ilustres pintores como Vincent Van Gogh, el que se cortó la oreja en plena borrachera tras una discusión con otro asiduo consumidor de absenta, el también pintor Paul Gauguin. Otro del club de la dichosa hada, fue Henri de Toulouse-Lautrec, que plasmó como nadie la embriagadora noche parisina y murio prematuramente, dilapidando la fortuna familiar en absenta y cabarets. Entre los literatos, Charles Baudelaire, también aficionado al haxis y autor de la obra «Los Paraísos artificiales» era un acérrimo defensor del «hada verde», apoyado por los escritores Oscar Wilde y Arthur Rimbaud, entre otros consumidores habituales, famosos por su talento y sus múltiples excentricidades.
Las erráticas vidas de estos artistas y sus extravagancias fueron atribuidas a su aficion por la absenta, que gozaba de una mala fama que no se corresponde con la realidad.
A principios del siglo XX, la absenta fue prohibida en muchos países del mundo, pero, curiosamente en Gran Bretaña, más pausada, esto nunca ocurriría. En el apogeo del consumo de la absenta, los bebedores, para neutralizar el sabor amargo de la bebida, realizaban un curioso ritual que consistía en quemar azucar sobre una cuchara especial que poseía una ranura que dejaba escapar el caramelo fundido sobre el verdoso líquido.
La absenta tiene un extracto de una planta con fuertes poderes alucinógenos, el Ajenjo, de nombre científico Artemisia absinthium. Esta planta, de la misma familia que las margaritas, crece en Europa, en el Norte de Africa y algunos lugares de Asia Menor. El Ajenjo es una hierba de poco más de un metro de altura, de colores verde plateados, con hojas divididas y más anchas en la base. Sus flores son amarillas, reunidas en cabezas como las margaritas, que no es una única flor sino muchas.
Los egipcios antiguos ya conocían esta planta y la usaban por sus múltiples aplicaciones medicinales, uso que se extiende hasta la actualidad.
Los principios activos del ajenjo son múltiples, el más conocido es la tuyona, en pequeñas dosis es medicinal y en cantidades mayores es alucinógena. Las cantidades que se usan para conferir el amargor a la absenta no son, ni de lejos, suficientes para provocar los efectos que le atribuyen. Quizá la razón de su demoledor efecto contra el Sistema Nervioso sea una altísima graduación alcohólica. Hay absentas de más de 80°.
La prueba de la inocuidad del ajenjo a bajas concentraciones es que es el componente amargo del clásico Vermut y a no ser que tomes varias botellas no vas a ver elefantes rosas.
Además de la tuyona, encontramos absintina, anabsintina, sales minerales, taninos, ácido malicia, ácido succinico…
Los efectos medicinales son muchos: Es un excelente tónico gástrico, expulsa parásitos intestinales, regula la menstruación, favorece el parto y corta las diarreas.
Antiguamente se utilizaba como insecticida, se guardaba seca en los armarios para combatir las polillas que estropean la ropa.
En el Norte de África, se emplea como sustituto de la menta en invierno, para la elaboración del té verde, y que se sepa, nadie se ha vuelto loco por más que consuma esta bebida tan común.
La leyenda negra de la absenta llegó a su máximo cuando en 1905, un suizo asesinó a tiros a su familia, según el juez, por haber tomado dos copas de esta bebida, aunque no se tuvo en cuenta que también había ingerido vino, coñac y crema de menta en cantidades mayores. Los propagandistas antiabsenta, por lo visto, también antiartistas, lograron que se prohibiera en USA y en otros países. Hace pocos años, volvió a ser legal.