Mercurio, para los romanos, o Hermes en Grecia era el mensajero de los dioses, el de los pies alados, más rápido que los rayos de Zeus y la flechas de Diana. En el espacio también supera a otros dioses, sean Venus, Marte o Saturno. Sólo necesita 88 días en completar su órbita alrededor del Sol.
Del planeta Mercurio sabemos que tiene un aspecto similar al de la luna, es de color gris y está cubierto de infinitud de cráteres. La sonda Mariner 10, en marzo de 1974, antes de estrellarse contra el Sol, nos envió abundantes fotos en color sobre su superficie, permitiéndonos también dibujar los primeros mapas de sus accidentes geográficos.
Mercurio tiene un diametro 3 veces inferior al de la Tierra y sólo supera en tamaño al lejano Plutón.
A tan solo 57,91 millones de km de distancia del Sol, es el primero de los planetas del Sistema Solar en proximidad al astro.
El enorme calor que produce la cercanía al foco irradiador de nuestra estrella impide que Mercurio pueda tener atmósfera. Por el día la temperatura supera los 400°C y por la noche desciende a los 170°C bajo cero. En la superficie del planeta abundan los materiales geológicos disgregados, las rocas están sometidas a cambios muy extremos.
Las 24 horas que tarda la tierra en girar sobre su eje (movimiento de rotación), se convierten, en el caso de Mercurio, en 58 dias 15 h 30 m.
Este rápido astro no es fácil de ver, aunque dispongamos de un buen telescopio. Al encontrarse tan cerca del Sol, siempre lo observaramos muy cerca del horizonte. Las montañas o los edificios pueden ocultarnos el objeto. Venus, el segundo planeta del Sistema Solar, se alza con un ángulo superior.
Si estamos en el Hemisferio Norte, lo podemos contemplar al atardecer en primavera, o bien, al amanecer en otoño. En las antípodas, en otoño lo veriamos al amanecer y en primavera, durante el crepúsculo.
En los diferentes sistemas solares del Universo, los planetas que tengan ciertas posibilidades de albergar vida son una minoria. En el nuestro hay sólo uno y es la Tierra, Marte ha perdido su campo magnético. Si atendemos a los satélites, las estadísticas mejoran. Hay dos de ellos que son buenos candidatos, de momento poseen agua en estado líquido, aunque sea bajo una costra de hielo. Hablamos de Encelado, satélite de Saturno y Europa, que gira alrededor de Júpiter.