Las constelaciones no son una agrupación de estrellas en el universo. Cada una de ellas se encuentra en su propio sistema y no interacionan entre si. Desde la tierra se perciben como un conjunto que recuerda figuras animales o humanas. Los observadores del cielo decidieron describirlas así con la intención de hacer más asequible y pedagógicos los mapas del firmamento. Si contempláramos el cielo desde la superficie de cualquier otro planeta, la configuración de los astros será completamente diferente.
La constelación Osa menor, solo visible en el Hemisferio Norte, en latín Ursa minor, fue descrita por Thales de Mileto, matemático y astrónomo griego del siglo VII a.C. Este sabio estableció un teorema sobre triángulos que aún se estudia en la actualidad y describió muchas otras constelaciones. Tuvieron que pasar un buen montón de siglos, y fue preciso inventar el telescopio, para poder superar la exactitud de sus mediciones.
En la mitología griega, la Osa menor es la bella joven Arcas, hija de la virtuosa Calisto, la Osa Mayor. Zeus, enfadado por laativas de Calisto a yacer con él, convirtió a ésta en plantígrado, haciendo lo mismo con la hija.
La estrella principal, según los astrónomos, la alfa-estrella, es la Estrella Polar, en latín Polaris. Los griegos la llamaban Phoenice (preciosa luz del norte) y los anglosajones Scip–steorra (estrella de los navios). Se encuentra a 234 años luz de la Tierra.
La luz de esta estrella es de color amarillo si lo observamos con un buen sistema óptico. En un espectro luminoso de violeta-azul-blanco-amarillo-rojo, las que emiten en violeta son las más jóvenes. Polaris ya no es joven, sólo le falta un paso para la roja ancianidad. Dentro de algunos cientos de millones de años, claro está.
La magnitud de la Estrella Polar es de 2,02. La escala de tamaños es inversa, así, una estrella de magnitud 1 es mayor que otra de magnitud 2. En nuestro firmamento pocos astros de magnitud 1 y uno de ellos es el planeta Venus.
Pero no siempre Polaris ha sido la estrella que culminaba el cielo nocturno e indicaba el norte a los navegantes. Los marinos de antes de nuestros dias se guiaban por otras Estrellas del Norte. El eje de rotación de la tierra ha cambiado a lo largo de los tiempos geológicos y ha trastocado los mapas astronómicos antiguos, entre ellos los de egipcios y sumerios, que no coinciden con los actuales. Los navegantes, a lo largo de la historia, han tenido que cambiar varias veces de estrella guía.
La estrella secundaria de la constelación, la beta-estrella, recibe el nombre de Kochab. En su día ocupó el trono de Polaris, y fue Estrella del Norte, pero quedó destronada hace muchos años, cuando el eje de nuestro planeta bailó de nuevo. Es de color naranja, su magnitud es de 2.07 y dista 129 años luz de la Tierra.
La terciaria se llama Pherkad, la gamma–estrella. Su magnitud es de 3 y su color es el blanco. Se encuentra a 500 años luz de nosotros. Su diametro es 15 veces mayor que nuestro sol y su luminosidad equivale a 1100 soles.
Kochab y Pherkad son llamadas también las Guardianas del Polo. A lo largo de la noche, cuando las estrellas parecen que se mueven cuando realmente lo hacemos nosotros, estas dos dibujan un círculo alrededor de la Estrella Polar, como si la estuvieran escoltando.
En el Hemisferio Sur, las costelaciones son otras, no se ven la Osa menor ni las constelaciones de la semiesfera del norte. El cielo es diferente y los marinos se orientaban con la Cruz del Sur, la antípoda de Polaris.
Los astrólogos afirman que nuestro destino está sujeto al mapa de costelaciones y la posición de los planetas que había cuando nacimos. Le llaman Carta Astral. Cuando, por fin, nazca un niño en marte, lo hará sin tener ningún Signo del Zodiaco. El cielo de Marte no tiene pescados, escorpiones o leones. Siento envidia de ese niño.