El AVE ( carroñera) vuela sobre Murcia (II)

Muchos vecinos de la ciudad de Murcia se sienten estafados. Unos, salen a expresarlo ocupando las vías del tren, otros, comparten indignación con los manifestantes. Los del poder, una minoría y con la conciencia sucia, saben que la gente de los barrios y pedanías del sur tiene razón y que muchos de ellos les han votado, dándoles casi la mayoría absoluta. Sin embargo, se tapan los ojos y hacen como que no ven. Es la política del avestruz, la que asiente con todo lo que dice Madrid y pone el cazo o, al menos, consienten que alguien lo ponga. El rey va desnudo y todos ellos alaban sus elegantes vestiduras, prefieren no disgustar al que reparte cargos y prebendas, corren el riesgo de no salir en la foto. En la foto de los carteles electorales. 

En un post anterior » El AVE (carroñera) vuela sobre Murcia» hablábamos de este conflicto entre vecinos y gobernantes y los millones de euros fantasma que no se saben donde están. Ahora, habría que decir: » El AVE voló sobre el nido del cuco». Lo que está ocurriendo es de locura. No se puede dividir 9 Kilómetros de Murcia con un estúpido muro de 8 metros de alto. No podemos partir huertas y pedanías por la mitad, separando familias, amigos y cortando la circulación ecológica de la fauna natural huertana, que haberla, la hay. Sean lagartijas, lagartos, ranas, sapos, insectos terrestres, erizos, conejos, zorros, serpientes, musarañas… 

Son los testigos de un ecosistema, formado por el hombre y la naturaleza, que se resiste a desaparecer. La Huerta de Murcia, antes de la llegada de los árabes, era una insana zona pantanosa. Los invasores de la Media Luna tejieron una telaraña de acequias, norias, huertas de naranjos y limones, trajeron la Morera y el gusano, hicieron de Murcia la capital de las flores… y más al norte, convirtieron el Río Segura en un río arrocero, con el mejor arroz bomba del Mundo. Pero llegó el ladrillo y perdimos el 50% del jardín, las acequias se enterraron, le erigieron vallas y muros y el paisaje se fragmentó. Los huertos se abandonaron, se perdió el arte de la seda, de la carne de membrillo, del arrope y el calabazate, de la fina fresa murciana. Se acumularon las basuras y los edificios en esqueleto, se trazaron autovías a ninguna parte, con sus muros de metralitato y sus estúpidos rascacielos circundantes, ninguno de ellos rival de la barroca torre de la catedral.

Hay discusiones, desencuentros con la policía y una minoría de gentes que optan por la «Kale Borroka». Cuando el pueblo se siente sometido, engañado, robado e impotente, se abre la caja de los truenos y de lo políticamente incorrecto. Esta guerra la iniciaron los profetas del ladrillo, que quieren volver a pillar cacho. La única forma de enterrar el hacha de guerra es soterrarla junto a la vía del AVE. 

Lo último que necesitamos ahora es el cruel muro de la vía y que los cantamañanas nos hablen del soterramiento en 2023. Dejad que recuperemos el Edén y que soñemos con una ciudad a la medida de todos. Por el bien común, no el de los de siempre.

Esparemos que el coro de los manifestantes, además de interpretar El Muro de Pink Floid, no tenga que cantar también: «Murcia que hermosa eras»!

  

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