Las pirámides y la brujería mexicana son los restos del naufragio de una civilización barrida por los conquistadores españoles. Las pirámides ahora son un gran reclamo turístico y la brujería, los vestigios de un profundo conocimiento de la naturaleza. Cuando Hernán Cortés y los suyos llegaron a México, la medicina y la farmacología estaban más avanzados que en Europa. Ciertas enfermedades que no se trataban en el Viejo Mundo se curaban en el Nuevo Mundo. Las cataratas, por ejemplo, eran operadas por los médicos aztecas, mientras que las tropas invasoras, el barbero y el cirujano eran la misma persona.
Los brujos o yerberos que aún perduran son campesinos que han recibido sus conocimientos, envueltos en leyendas y supersticiones, de la tradición popular. Los doctores aztecas estudiaban en escuelas-hospitales y eran adiestrados por sabios bastante lejanos de los sacerdotes de Quetzalcoalt, recitadores de las hazañas de los dioses, astrólogos y sacrificadores de humanos.
En los años 60, los conocimientos tradicionales asociados al consumo de drogas de origen natural se pusieron de moda y una legión de visitantes de Estados Unidos y Europa desembarcaron en México ansiosos de experiencias psicodélicas y espirituales.
El brujo mexicano, de sangre india y de bajos recursos económicos, vivía al margen del progreso y atendía con sus conocimientos de plantas a una población indígena como ellos. Estos hombres y mujeres, en relación con la gente de su comunidad, actuaban como sanadores y consejeros espirituales.
Los indios, antiguos dueños de todo, fueron desplazados socialmente y culturalmente por los mestizos y blancos. Eligieron llevar sus asuntos a su modo, cuando enfermaban no acudían a los médicos, poco abundantes en sus reductos y demasiado caros para sus bolsillos.
Los brujos mexicanos conocían muchísimas plantas medicinales, casi todas útiles, pero tenían algunas de ellas que les permitían poder y conocimiento:
Peyote: Es un pequeño cactus, llamado mescalito, casi esférico, de unos 5 cm de altura, con el cuerpo dividido en varios gajos, solo posee espinas en su fase juvenil. Son de crecimiento lento, la primera floración puede tardar 30 años en producción. Posee un poderoso alcaloide llamado mezcalina, capaz de producir fuertes alucinaciones, muchas veces relacionado con divinidades y sentimientos religiosos. No solo crece en México, también en el sur de Estados Unidos. Para las poblaciones indígenas, particularmente Navajos, el uso con fines religiosos es legales. Los que utilizan el nombre «la medicina» y organizan en la Iglesia Nativa Norteamericana. Su nombre científico es Lophophora williamsii. El ritual donde se consume se llama mitote y puede durar varios días.
Estramonio: También conocido como Hierba del Diablo o Toloache, es mucho más poderoso y peligroso que el anterior. Conocido y usado en Europa también, provoca poderosas y terribles alucinaciones, muchos de los que tienen coqueteando con esta planta padecen enfermedades mentales de difícil cura. El estramonio es una planta herbácea que puede alcanzar los dos metros de altura, tiene grandes flores blancas de forma acompañada y su fruto es una cápsula que se abre en cuatro valvas. La especie que usan los brujos mexicanos es Datura innoxia. Les proporcione, según ellos, el poder de convertirse en animales, ya sean coyotes, jaguares o águilas, recorrer grandes distancias por tierra o por aire y atacar a sus enemigos. Los alcaloides psicoactivos son la atropina, hisciamina y escopolamina. La parte más peligrosa son las semillas,
Psilocybe: Es un hongo que crece en los tocones de los árboles o entre la hojarasca, donde se producen pequeñas setas de alargado pedúnculo. Se lo conoce como humito y mezclada con ciertas flores y hojas se fuma en pipas de barro. No es tan tóxico como las anteriores y produce visiones parecidas a viajes astrales y temporales. Sus principios activos son psilocina, psilocibina y baeocistina.
Pensemos en la burundanga (estramonio) y en la sociedad enferma donde vivimos, lo que para una cultura es una medicina o una ayuda espiritual, para las sociedades inexpertas y aburridas, el uso inconsciente, con los presuntos fines lúdicos, puede ser una tragedia.