La Mandrágora y las Brujas

La Mandrágora es un planta con propiedades mágicas y curativas muy poderosas, según los que practican la brujería y la medicina alternativa. Es una solanacea, terrible familia botánica a la que pertenece también la belladona, el beleño y el extramonio, todas cargadas de poderosos psicotrópicos y múltiples leyendas.

En la Edad Media se creía que mezclando las cuatro plantas solanaceas anteriormente citadas con grasa humana se adquiría la propiedad de volar. El método consistía en embadurnar un palo de madera con un ungüento de estos ingredientes, montarse desnudo sobre él y recitar las palabras adecuadas en el idioma de los brujos. En las actas de la Santa Inquisición aparecen múltiples confesiones de brujas y brujos que afirmaban que habían viajado grandes distancias gracias al método descrito.

La Mandrágora crece en el suelo de bosques lluviosos de hoja caduca y en las proximidades de los cursos de agua limpia. Necesita estar donde no incida el sol directamente. Sus hojas son anchas y forman un roseton a ras de suelo, del que salen flores bancas con tonos violaceos sobre cortos pedúnculos. Su raíz es gruesa, blancuzca, dividida en varias ramificaciones. Puede recordar la figura humana, los brujos les atribuyen género, unas son pequeños hombres mágicos, otras son pequeñas mujeres mágicas, que realizan trabajos especiales para sus propietarios. Estos seres antropomorficos gritan cuando alguien arranca la planta de su sustrato y los desentierra. Si el recolector no se tapa los oídos puede volverse loco, de la misma manera que si alguien come el fruto, parecido a una pequeña manzana pero abundante en alcaloides alucinógenos. El resto de la planta también posee este tipo de sustancias, capaces de absorverse con la piel, produciendo dificultades respiratorias y alteraciones del ritmo cardíaco a quienes la manipulan sin guantes.

Los análisis químicos indican que los alcaloides psicoactivos de la mandrágora son la atropina y la escopolamina. En dosis pequeñas funcionan como anestésicos dado su poder para bloquear los impulsos nerviosos, en dosis mayores producen fuertes alucinaciones y finalmente el estado de coma. Los daños que realiza en el sistema nervioso del consumidor pueden ser irreversibles, a la manera de un viaje sólo de ida.
En la Biblia aparecen las referencias más antiguas de la Mandrágora, atribuyendole poderes afrodisíacos. Raquel, la esposa de Jacob, la usaba para espabilar la líbido de su anciano esposo y se ve que les fue bien, ya que fue padre de doce hijos, los que dan nombre a las doce tribus de Israel.
Juana de Arco, heroína y santa francesa, que destacó en la guerra contra Inglaterra, sufrió innumerables apariciones de Jesucristo y la Virgen. La Inquisición, envidiosa de sus hazañas, le acusó de pactar con el diablo, encontrándose en su poder plantas de mandrágora. La quemaron viva por ser bruja y amiga de los demonios, pero quienes de verdad se le aparecían, tras la ingestión de esta planta, eran los del bando contrario, los del cielo. ¡Qué mala es la envidia!

El nombre científico de la planta es Mandragora autumnalis. En castellano tiene varios nombres populares: Acelgón, berenjena mora, cerezas de sapo, mandragula, mandracola, uva de moro, tomatillo, etc.

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