Volvieron al agua de la misma manera que los mamíferos antepasados de las ballenas lo hicieron. Estos animales se disfrazaron de pez, con su cola y aletas, pero seguían necesitando aire para respirar, parían y amamantaban a sus crias. Hasta el siglo XVIII se les consideró peces. Las plantas de la que hablaremos hoy evolucionaron en el mismo sentido, desde la tierra firme hasta el mar.
Son frecuentes en nuestras costas mediterráneas donde forman las praderas submarinas y sus restos son habituales en las arenas. Tienen forma de cinta, son de color verde intenso y cuando se secas se tornan amarillentas, a veces, estos restos adquieren forma de bola esponjosa.
Vive como un alga y parece una de ellas, sin embargo, se trata de una planta con flores y semillas. Su nombre científico, basado en el mitológico dios del mar Poseidon, es Posidonia oceanica, Y, desde luego, no es una comparación exagerada, dada la importancia vital de las praderas marinas en el ecosistema.
La Poseidonia oceánica crece desde la orilla hasta una profundidad de 30 metros. Sus tallos están enterrados en el sustrato, sea arena o fango, y reciben el nombre de rizomas. De ellos nacen hojas laminares de hasta medio metro de largo y de alta flotabilidad gracias a la presencia de tejidos con aire, una de las múltiples adaptaciones que ha tenido que experimentar para sobrevivir en medio acuático. También carecen de estomas, estructuras de intercambio gaseoso sólo útiles en la atmosfera y no necesitan raíz para absorber agua, lo hacen por las hojas que han evolucionado para ello. Las flores son poco vistosas, de color verde y franjas rojizas. El polen flota en el agua y llega de forma pasiva a las flores femeninas.
Cuando estas resultan fecundadas, se forma un fruto que contiene una semilla. Es ovoide y por su forma y color se le llama «oliva de mar«. Arrastrada por las corrientes, si se logra enterrar en el suelo marino, formará una planta nueva.
Esta especie es exclusiva del Mar Mediterráneo, donde forma unas particulares praderas marinas, un ecosistema clímax. Dicho de otro modo, genera una comunidad de animales, vegetales y microorganismos en perfecto equilibrio ecológico y máxima diversidad, comparable, en el medio terrestre, a una selva virgen o a un inexplorado bosque de sequoias.
Hay pequeñas algas que viven pegadas a sus hojas, sean diatomeas, algas rojas o pardas. De estas se alimentan moluscos, crustáceos, gusanos, que a su vez alimentan a los peces y otros moluscos y crustáceos más grandes. Los erizos se alimentan de las hojas muertas, compartiendolas con hongos y poliquetos. Los restos que llegan a tierra firme son consumidos por insectos.
Toda esta biodiversidad de la comunidad clímax va acompañada por otros efectos:
• Producción de oxigeno: Esta planta oxigena a todos los que se encuentran a su alrededor de ella. Un metro cuadrado de pradera produce 20 litros de oxígeno cada día. Las medusas prefieren aguas casi sin oxígeno y huyen de los lugares que lo producen.
• Produce y exporta biomasa, llenando de nutrientes aprovechables su entorno próximo.
• Consolida los fondos marinos: Así la arena queda fijada y no hay peligro de que las corrientes marinas se la lleven dejando la playa sin material nuevo.
• Efecto barrera: Una pradera de Poseidonia constituye una barrera natural contra corrientes y olas, completando el efecto anterior y conservando, de este modo, la arena de las playas.
Las praderas marinas están en peligro. Su extensión en nuestras costas disminuye año tras año. Sin ellas habrá menos pescado y marisco, las aguas serán turbias, llenas de medusas y la arena no permanecerá en las costas. El ecosistema se habrá empobrecido y todos saldremos perdiendo.
Los enemigos de la Posidonia son:
• La contaminación: En el Mar Menor de Murcia los vertidos agrícolas producen un boom en la población de algas verdes que bloquean la entrada de luz hasta las praderas, que acaban muriendo.
• Pesca de arrastre: Las artes de pesca arrasan con todo lo que crece en el fondo marinos, incluidos corales.
• Deportes náuticos. Erosión por anclas, contaminación por vertido de hidrocarburos o residuos orgánicos.
• Desagües: En muchos sitios, la mala planificación y las corruptelas hacen que desemboquen en el mar sin depuración alguna.
• Construcción de diques y barreras: Cuando no se tiene cuidado, estas obras modifican la tasa de sedimentación del mar y las Posidonias quedan enterradas y mueren.
• Competencia: La introducción accidental de especies tropicales invasoras, particularmente ciertas especies de Caulerpa, que forman su propia pradera marina pero de menor calidad, desplazan a las de Posidonia.
Espero que no volváis a confundir las Posidonias con algas y demandeis de vuestros gobernantes la protección efectiva de las fértiles y hermosas praderas submarinas que genera.