El actual Presidente de EEUU es la caricatura del supervillano para casi todos y el superhéroe de los jinetes de la Apocalipsis, del capitalismo extremo y de una horda de ignorantes que le votan.
La actitud de Trump frente a la realidad objetiva de los datos y los hechos es de rebeldía total. Sólo es cierto aquello que conviene al capitalismo incontrolado y ultraconservador de las élites que manejan los hilos. Es lo que ahora se le conoce con el nombre de «postverdad«.
En la última cumbre del G-20, los yankees han dejado claro que ellos no van a firmar el Acuerdo de París, donde se intenta crear un marco internacional para frenar las actividades humanas que producen el cambio climático. ¿Qué razones dan? Que no existe tal cosa y que la mayoría de los científicos del mundo trabajan a sueldo de sus enemigos políticos y económicos.
En la Era Trump todo lo que proteja el beneficio empresarial de ellos es ecológicamente correcto. Usemos algunos ejemplos:
• Las centrales eléctricas emiten cantidades ingentes de gases de efecto invernadero a la atmósfera, pero no pasa nada porque el cambio climático es mentira.
• Se permiten vertidos a las aguas continentales de arsénico y mercurio.
• Es perfectamente legal usar insecticidas prohibidos en Europa hace décadas.
• No es preciso modificar los vehículos para disminuir las emisiones de gases dañinos, así seguirán siendo los más rápidos.
• Las aguas de consumo público en la Era Obama necesitaban análisis estrictos, ahora no son necesarios. Con ello tienen, de forma milagrosa, más agua potable.
• Las Centrales Nucleares son seguras sin duda alguna, los anteriores presidentes no tenían el coraje de admitirlo. Homer Simpson está a sueldo de potencias extranjeras antinortamericanas.
El Mundo saldrá ganando cuando Trump, tarde o temprano, se vaya a la mierda. Pero no olvidemos que el presidente de color zanahoria es sólo una marioneta de nuestros verdaderos enemigos: Los encontraremos en los espejos, devolviéndonos la mirada.