En la cesta de la compra coinciden con frecuencia la miel y las aspirinas. La primera fabricada por insectos que no cobran, la segunda es el producto estrella de Bayer, una de las empresas que más dinero gana asesinando abejas.
Todos los científicos, estén o no a sueldo de multinacionales que depredan el medio ambiente, aceptan como cierto que la población mundial de abejas melíferas está descendiendo peligrosamente. Muchos de los alimentos vegetales que consumimos dependen de la polinización de los insectos, lo mismo ocurre con las plantas que mantienen la atmósfera respirable. La catástrofe ambiental y humana puede ser de consecuencias incalculables.
Cuando se habla de las causas del desastre y de sus posibles soluciones, la unanimidad se pierde.
El cambio climático, el deterioro de los ecosistemas, las especies invasoras (avispas chinas) y los pesticidas agrícolas están sentados en el banquillo de los acusados.
Los abogados defensores de los tres primeros encausados lo tienen difícil, han perdido la batalla ante la opinión pública mundial. Sin embargo, es difícil ponerle nombres y apellidos a los responsables directos, aunque está claro que nadie, incluidos los ciudadanos, es inocente.
Los pesticidas usados para defender los cultivos deben de ser autorizados por los gobiernos y son fabricados por empresas concretas. Aquí si tenemos posibles inquilinos para la carcel. Muchos de los productos fitosanitarios han sido retirados del mercado y prohibidos por las administraciones, lo que ha empujado a las multinacionales farmacéuticas a buscar nuevas sustancias que no tengan efectos colaterales indeseados.
La multinacional Bayer fabrica pesticidas a partir de la Nicotina y según ellos no mata a las abejas y si a los insectos dañinos para la agricultura, pero muchas pruebas indican lo contrario.
Los gobiernos no se atreven contra Bayer, que se defiende aportando estudios elaborados por sus investigadores y presionando a los políticos, ya sea con amenazas o con sobornos.
Todas las aspirinas que se consumen en el mundo (cien millones diarios) se producen en España, en la factoría de Langreo. Dicho de otro modo, nos tienen cogidos por los huevos. El gobierno del PP nunca se enfrentará a un gigante que puede, en un abrir y cerrar de ojos, llevarse el chiringuito a Paquistán, al puro estilo Amancio Ortega.
En un futuro los caramelos de miel serán más caros que el caviar, pero tendrían aromas de Aspirina y Nicotina. Una gozada para los sentidos.