Erase de un Ficus centenario, cuyas ramas cubrían de sombra una plaza entera. Su copa sobrepasaba la altura de los edificios colindantes. Las raíces se extendían por el subsuelo, ocupando una superficie equivalente a la de su sombra.El árbol vivía en la Plaza de Santo Domingo, en la ciudad de Murcia.
Hace cosa de un par de semanas, el Ficus sufrió un percance. Una gigantesca rama se desgarró y varias toneladas de su ramaje cayeron sobre los ciudadanos que estaban bajo él, sentados en las terrazas. Afortunadamente no hubo víctimas, pero varios años antes, en un suceso similar, un transeúnte falleció.
Las autoridades municipales tomaron medidas con gran diligencia:
- Informaron a lo Opinión Pública que el culpable fue la ola de calor y que el famoso árbol estaba cuidado a la perfección, siendo continuamente chequeado por los expertos municipales.
- Opinaron que la ubicación del árbol nunca ha sido la adecuada, ni su tamaño el apropiado, así que tenemos que conformarnos con un muñón con cuatro hojas. Algo que no esté por encima de nuestras posibilidades.
- Cerraron otros jardines de la ciudad con arboles gigantes durante todo el verano.
Sin embargo, omiten la información que no les conviene :
- Las raíces del Ficus han sido mutiladas. Son muy invasivas y estropean continuamente la pavimentación. El Ayuntamiento solucionó el problema de forma quirúrgica, cortando por lo sano. El ejemplar pierde así mucha vitalidad, le restamos agua. También pierde estabilidad al reducirse el soporte.
- Murcia, debido al tráfico rodado, es una ciudad altamente contaminada. Los restos de la combustión de tantos y tantos motores, dañan la vegetación urbana de forma muy grave, en particular, los árboles.
- Si en verdad los técnicos municipales lo chequeaban con regularidad, deberíamos cambiar la plantilla y no colocar a los ‘cuñaos’.
- El árbol lleva mucho tiempo donde está, que no nos cuenten milongas.
- No saben qué hacer con los grandes árboles de los jardines cerrados, el problema les sobrepasa.
El Ayuntamiento está preparando a la opinión pública para que el Ficus sea una miserable caricatura de su esplendoroso pasado. Para el resto de gigantes arbóreos, tienen planes semejantes.
Murcia será por siempre el Santuario del Ladrillo. Hasta que, un buen día, la gente cambie su voto, la justicia despierte y algunos espabilados den con sus huesos en la cárcel, por arboricidas, ladrones y mentirosos.