Muchos creen que los Demonios de Tasmania son unos marsupiales carnívoros, todavía no extintos, de la fauna de Australia. Pero el nombre no les hace justicia. Los verdaderos Demonios de Tasmania llegaron en barco desde Europa.
La Isla de Tasmania se encuentra al sur del continente australiano. Es un poco más pequeña que Andalucía. Su clima es semejante al de Galicia. Hace once mil años que se separó del continente, tras la última glaciación, quedando aislada del exterior. Sus paisajes son de gran belleza, con vegetación extraña y exuberante.
Hasta la llegada del hombre blanco, hace quinientos años, la isla fué un reducto de especies extinguidas en Australia continental, por ejemplo el Demonio de Tasmania (Sarcophillus harrisii) o el Tilacino (Thylacinus cynocephalus), también llamado Lobo Marsupial, uno de los personajes más citados en esa bizarra rama del saber llamada Criptozogía.
Los aborígenes, no más de diez mil personas, seguían viviendo como en el Neolítico, de la caza y la recolección de productos vegetales. Desconocían la agricultura y las técnicas de pesca. Sus armas eran de madera, piedra y hueso. Sus chozas y vestidos eran muy elementales.
Los colonizadores, anglosajones en su mayoría, trajeron su ganado, cultivos y constumbres, entre las que se encontraba la caza del zorro, introducidos en la isla con este motivo.
Los asaltantes del Mundo Perdido no tardaron en establecer conflictos con los habitantes legítimos. Los zorros y los cazadores diezmaron las presas del Lobo Marsupial, borrando del mapa completamente a un ave gigante llamada Emú de Tasmania. Para colmo, fue acusado injustamente de atacar a las ovejas. Por ejemplo, en 1909 el gobernador ofrecía una libra esterlina por adulto y diez chelines por las crias. El último ejemplar murió en 1933 y en cautividad. Actualmente, los cazadores de quimeras citan múltiples encuentros, hay multitud de articulos y documentales al respecto, pero no aportan prueba científica alguna y si muchas escusas baratas.
Los aborígenes también fueron un incordio para los colonos, afectados por enfermedades importadas de Europa y mermados sus recursos de caza, invadían los campos cultivados y mataban ovejas. No entendían que las cosechas de grano o los ganados fueran propiedad privada. Los europeos no dedicaron ningún esfuerzo a entenderse con ellos, se conformaron con considerarlos seres inferiores y exterminarlos. Ocurrió a principios del siglo XX.
Este genocidio se conoció con el sobrenombre de Guerra Negra. Se habla poco de este crimen, no es bueno para el turismo. Vende mas jugar a buscar especies misteriosas, como el escurridizo Lobo de Tasmania, que mirarnos en el espejo de la verdad.
Si queremos fotografiar monstruos, mejor nos hacemos un selfie.