La conquista de tierra firme

Cuando la Vida comenzó en los océanos, la tierra firme era una inmensa superficie yerma y desolada. Pero la Vida es poderosa, nunca desaprovecha oportunidades ni recursos y no dejó pasar la oportunidad de la conquista.


Las algas microscópicas tomaron la iniciativa en la colonización  terrestre. Aprendieron a soportar la bajamar y dieron el paso siguiente, vivir en contacto directo con el aire, fuera del agua, formando sutiles tapices verdosos. Desarrollaron diferentes estrategias, ya fuera buscando la orientación al sol más favorable, los ambientes con mayor humedad ambiental o asociándose con hongos para formar líquenes, una forma de vida muy resistente a medios adversos.

Algunas algas dejaron de serlo, la evolución las llevó más lejos aún, dando lugar a unos organismos plenamente terrestres, los musgos y especies afines. Estas plantas son capaces de retener cierta cantidad de agua y en caso de perderla, pueden resistir períodos increíbles de tiempo en vida latente para revivir en presencia de humedad.

Sin embargo, los bríófitos, que así se llaman estos seres verdes, no pueden ser de gran tamaño, al carecer de sistema de transporte interno de líquidos, no deben distanciarse mucho del suelo. Tampoco poseen buenos mecanismos de retención de agua, dependiendo mucho de la humedad ambiental. Para solucionar estas deficiencias la evolución da un nuevo salto. Es la hora de los helechos y sus familiares, las pteridofitas, plantas vasculares, aquellas que poseen tubos por donde viajan fluidos.


El avance de la vegetación fue importante, sin embargo, los lugares secos se resistían. El helecho puede tomar agua del suelo, retenerla más que los musgos, pero necesita terreno húmedo para su reproducción y crecimiento.

La evolución dio otro empujón, algunas pteridofitas a plantas con semillas, las espermatofitas, cápsulas resistentes a medios adversos, que guardan perfectamente el germen de la vida, fácilmente diseminables.

También los gametos se han independizado del medio acuoso, ahora son el polen, surcan el aire, la dispersión es infinitamente mayor.

La epidermis de las hojas desarrollan estomas, órganos que regulan el intercambio de gases con la atmósfera y con ello la evapotraspiración del agua almacenada. Estas nuevas plantas ya no se detienen ni ante el desierto más cruel.

El aire no siempre lleva el polen al lugar deseado, el ovario de la especie adecuada. Es preciso hacer entrega a domicilio. Las antiguas espermafitas, conocidas como gimnospermas ( pinos, sabinas, ginkos ) evolucionan en angiospermas, las plantas con flores. Los insectos serán los encargados de transportar el polen. Una alianza entre dos Reinos diferentes, con mutuo beneficio. A la manera de las algas y los hongos anteriormente citados.

La tierra ya está conquistada por la clorofila, los animales seguirán sus pasos. Un pececito saldrá del mar, le saldrán patas y pulmones. El aire esta lleno de oxígeno, gracias al trabajo del Mundo Verde. Este gracioso individuo es nuestro ilustre antepasado.

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