La naturaleza es LGTBI

La Iglesia Católica y el entramado de intereses económicos que la sostienen, afirman categóricamente, que las opciones sexuales distintas a la heterosexualidad van en contra de la Naturaleza, dicho por ellos en latín, contra natura. Sólo es legal el sexo si es con intención reproductiva y dentro del matrimonio. Lo mismo afirman del travestido y la transexualidad. Se salen del guión escrito por Dios. Cuando otras creencias opinan sobre el asunto las coincidencias son asombrosas. Sean cristianos ortodoxos, cristianos protestantes, judíos, musulmanes, todos están de acuerdo en la condena al colectivo LGTBI.

Como siempre, los fanáticos defensores de los machotes no ven más allá de sus narices.

• En la Naturaleza el sexo no es únicamente reproductivo, tiene funciones sociales. Es frecuente la sexualidad entre individuos del mismo sexo. Pensemos en los bonobos, nuestros primos cercanos, que arreglan sus diferencias de ese modo, les resulta indiferente si es macho con macho, hembra con hembra o hembra con macho.

• Las hienas hembras tienen un clítoris hipertrofiado que les permite usarlo como un pene. Lo usan, desde luego, pero ninguna se queda embarazada.

• Hay animales hembra que tienen la capacidad de tener descendencia sin macho. Este fenómeno se llama Partenogénesis y ocurre, por ejemplo, en una especie de lagartijas, Cnemidophorus uniparens. Este proceso ocurre tras un ritual de apareamiento con otra hembra.

• La mayoría de los súbditos del Reino Vegetal pueden reproducirse sin sexo, es lo que conoce como multiplicación vegetativa. Un trozo de patata genera una planta completa.

• En los caballitos de mar el macho es el que se queda embarazado.

• Hay plantas y animales hemafroditas.

• Hay animales que cambian de género según sean las necesidades de la comunidad. Así ocurre con ciertos peces, anfibios y también con los cocodrilos.

• Si tanto respeta Dios y sus secuaces las leyes naturales, el embarazo de María mediante una paloma y su virginidad postparto no responden a ese esquema. El primer caso viene a ser como la paternidad subrogada y el otro una reparación de himen de toda la vida.

A los fanáticos religiosos parece que a veces se les olvida las palabras de su propio creador, «Todos somos iguales antes los ojos de Dios» o «Amaros los unos a los otros»

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