Un tsunami innumerable de humanos se dirige a la costa desde el interior.
Allí defecaran y orinarán toneladas de materia orgánica. Lanzarán al aire muchos metros cúbicos de agentes de efecto invernadero y antiozono. Pringaran el mar de cremas y cosméticos. Los artilugios de motor destrozaran el plancton y esparcerán aceite y combustible. Millones de anzuelos y arpones diezmaŕán a los supervivientes de la vida submarina. Incontables pies aplastarán la escasa vegetación autóctona.
Los que habitan todo el año junto al mar saldrán de su letargo y ganarán lo posible para intentar pasar el resto del año. El pueblo ha crecido mucho en poco tiempo, ha perdido encanto, pero ha sobrevivido. Algunos han vendido la casa donde nacieron o los almendros del abuelo para dar paso a su majestad El Ladrillo. La pesca comercial no salva a nadie de la pobreza, las malas practicas y la podrida administración, han matado la gallina de los huevos de oro, el mar ya no da de sí. Las minas cerraron hace tiempo y los terratenientes se han llevado los cultivos a paises con mano de obra más barata.
Queda el contrabando de haxis, si no te pillan, salvas la temporada. Quizá por eso aún no es legal. El poder no quiere más 15-M’s.
Un día el mar ya no aguantará más y no habrá nadie que quiera bañarse. Los turistas buscarán otros destinos. Nunca volverá el dulce verano al pueblo abandonado, sólo el calor, el polvo y la miseria.