El Eucalipto es un árbol originario de Australia, donde se han contabilizado más de 700 especies distintas, allí forma densos bosques, sosteniendo una peculiar fauna que incluye, entre otros, el canguro arboricola y el Koala; también alberga un hermoso sotobosque, donde destacan helechos arborescentes, reliquia del Carbonífero.
Pero si el Eucalipto esta fuera de Australia, sustituyendo los bosques originales, los problemas que ocasiona son mayores que los benéficos. El destructor Homo sapiens cuando ha esquilmado los árboles autóctonos recurre a esta estúpida repoblación.
El humano arrasa con la masa forestal original buscando combustible, papel, material de construcción, pasto para los ganados y tierras para cultivo. Cuando llega el momento de solucionar el marron, el remedio puede ser peor que la enfermedad.
• El Eucalipto crece muy rápido, las empresas papeleras pagan un buen dinero por él y los políticos de turno sacan barriga por su gran gestión ambiental cubriendo la calvicie de los montes. Quizá les llegue algún sobrecico por las molestias.
• El consumo de agua es altísimo, el suelo se queda muy seco.
• Las hojarasca de estos australianos contiene sustancias, que aunque sean buenas para la tos, son veneno para las especies que forman el sotobosque original.
• La madera de este árbol posee sustancias volátiles que en caso de incendio actúan como agente acelerante de la combustión.
La consecuencia es que el suelo pierde consistencia por la escasez hídrica y la ausencia de las raíces de la flora autóctona. Cuando llueve, el agua arrastra con facilidad las primeras capas del suelo, precisamente las más fértiles y las que tardan más tiempo en alcanzar su madurez. Así, una tormenta acaba con cien años de trabajo conjunto de plantas, animales y microorganismos.
Un bosque de eucaliptos es una tentación para el fuego, intencionado o no. Arde con extrema facilidad y su madera puede aprovecharse tras el incendio para producir pasta de papel.
Este fenómeno es la antesala del desierto. En un suelo empobrecido nace poca cosa y lo que crece es una vegetación oportunista y degradada. Ya no tendremos nunca más un encinar, un hayedo, un pinsapar…pero, quién sabe, quizás surgirá un hermoso complejo residencial o un fantástico parque temático. No siempre llueve al gusto de todos.